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Violencia en el Magreb

La policía busca más kamikazes en varios barrios de Casablanca

El Gobierno de Rabat llama a los países del Magreb a cooperar en la lucha antiterrorista

Las fuerzas de seguridad marroquíes han ampliado a otros barrios de Casablanca la búsqueda de terroristas que pertenecen al mismo grupo que los cuatro que murieron el martes. La policía considera que estos terroristas, cuyo número se estima en al menos seis, no están ya en el barrio de El Fida, donde se suicidaron tres kamikazes, matando a un inspector de policía e hiriendo a unas 20 personas. Un cuarto terrorista murió por los disparos de los agentes.

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La gendarmería ha registrado casa por casa la zona donde se produjeron las tres explosiones el martes, sin hallar rastro de otros terroristas. El perímetro de búsqueda se ha ampliado a otros barrios cercanos. Las calles de El Fida ya no están acordonadas y las familias que habían sido desalojadas han ido regresando poco a poco a sus casas, excepto los habitantes de los edificios en donde se suicidaron los terroristas. Tienen miedo de que los radicales tuvieran más explosivos escondidos.

La policía maneja la hipótesis de que los terroristas habían preparado su suicidio para evitar a toda costa caer en manos de la policía. De los cuatro terroristas que murieron, los tres que fallecieron primero estaban en busca y captura, mientras que el cuarto, Said Beluad, que ha sido identificado hoy, no estaba fichado por la policía. En la casa cuyo registro desencadenó la operación policial de ayer sólo vivían los otros tres terroristas, identificados como Mohamed Mentala, Mohamed Rachidi y Ayub Raydi. Este último era el hermano de Abdelfetah Raydi, el terrorista de 23 años que el pasado 11 de marzo se suicidó en un cibercafé de Casablanca.

Los servicios de seguridad han expresado su "perplejidad" por la forma en la que el cuarto suicida, el hasta ahora desconocido Beluad, consiguió mezclarse con la multitud antes de hacer estallar la bomba que llevaba consigo. El barrio estaba tomado por varios centenares de agentes, que controlaban las entradas y salidas, así como los portales de los edificios. Además de los policías y gendarmes, varios tiradores de élite vigilaban desde los tejados ayudados por un helicóptero.

El portavoz del Gobierno marroquí y ministro de Comunicación, Nabil Ben Abdelá, pidió ayer que se refuerce la cooperación contra el terrorismo entre los Estados del Magreb tras los atentados de Argel y Casablanca. Es "imperativo" que los países del Magreb abran "una cooperación reforzada para combatir esta plaga".

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La policía marroquí acordona el lugar de una explosión suicida el martes en Casablanca.
La policía marroquí acordona el lugar de una explosión suicida el martes en Casablanca.REUTERS

Cinturones sólo para suicidas

Un elemento distintivo de los yihadistas marroquíes es el uso individual de cinturones suicidas. El relativamente pequeño tamaño de los cinturones -cada uno puede llevar aproximadamente cuatro kilos de explosivos- les hace impracticables para realizar ataques a gran escala, con múltiples víctimas, pero su carga es suficiente para matar al portador y a cualquier persona que se encuentre cerca, informa Reuters. Es un mortífero instrumento, ideal para situaciones en las cuales el terrorista está cerca de un enemigo, como ocurre cuando se desarrolla una redada policial contra, por ejemplo, un piso franco. Esto se vio el 3 de abril de 2004 en España, un mes después de los ataques terroristas del 11-M, cuando las fuerzas de seguridad asaltaban el piso de Leganés donde se suicidaron con explosivos siete terroristas (cinco marroquíes, un tunecino y un argelino).

Los cinturones suicidas tienen múltiples propósitos, el principal de los cuales es permitir que el yihadista se inmole como un mártir cuando su captura es inminente. Además, al detonar el cinturón mientras está siendo capturado, el terrorista tiene la oportunidad de matarse él y matar a sus enemigos. Esto puede servir también como elemento de disuasión, porque las fuerzas de seguridad pueden mostrarse reticentes a enfrentarse a yihadistas sospechosos por temor a que lleven encima el cinturón.

Finalmente, al impedir ser capturados vivos, los yihadistas suprimen el riesgo de ser interrogados sobre la célula a que pertenecen y sus planes terroristas.

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