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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Riccardo Francovich, arqueólogo e intelectual comprometido

El último paseo arqueológico de Riccardo Francovich, el maestro, el intelectual, el amigo, se produjo la mañana del pasado viernes, cuando un lamentable accidente le lanzó al profundo vacío en el que su pérdida nos ha sumido a todos cuantos le respetábamos y queríamos. Porque la prematura ausencia de un hombre como él deja un vacío intelectual irreemplazable, no sólo en el ámbito de los estudios históricos y el patrimonio cultural sino también y sobre todo en el del pensamiento crítico y el compromiso intelectual de izquierdas.

Riccardo Francovich nació en Florencia en 1946, en el seno de una comprometida familia de intelectuales; era hijo de Carlo Francovich gran historiador del Risorgimento y de la resistencia al fascismo y sobrino de un célebre historiador del arte medieval, Geza de Francovich. Se licenció en historia medieval el año 1971 en la Universidad de Florencia, incorporándose a la Universidad de Siena en 1975, donde alcanzó la condición de catedrático de Arqueología Medieval.

Fue ante todo un historiador convencido de la fuerza explicativa de la arqueología para el conocimiento de la Edad Media y fundó en 1974 la revista de referencia que revolucionó la disciplina, Archeologia Medievale. Con un dinamismo y una capacidad organizativa que todos cuantos le conocimos admirábamos, transformó su universidad en uno de los mejores centros de investigación sobre el Medioevo, creando el laboratorio de arqueología más puntero e innovador de toda Europa; dirigió proyectos arqueológicos de gran envergadura y repercusión social; supo ver antes que nadie nuevas líneas y perspectivas de investigación, como la arqueología de los paisajes medievales, de la arquitectura, de las explotaciones mineras, o las potencialidades de las nuevas tecnologías informáticas. Pero, sobre todo, supo aglutinar en torno a su magisterio un sólido equipo de investigadores y discípulos, cuya inopinada muerte ha dejado sumidos en un desconcierto intelectual y afectivo que será difícil superar.

El Palazzo Vecchio de Florencia, cuyas excavaciones y proyecto museográfico seguía con pasión, acogió la despedida que en un inusual honor, le brindaron la cultura y la sociedad italianas. Con él desaparece uno de sus más grandes exponentes, pero su pérdida también nos alcanza. Riccardo Francovich fue, por tradición familiar y democrática, un enamorado de España, de nuestra Segunda República como posibilidad cultural truncada y del renacer democrático de un país que admiraba y quería. Por ello estableció una relación intelectual privilegiada con muchos investigadores españoles, a los que acogió en una siempre hospitalaria Siena, meca de jóvenes y no tan jóvenes medievalistas que nos formamos al amparo de sus conocimientos, influyendo notablemente en la investigación arqueológica medieval de nuestro país.

Los congresos italo-españoles de arqueología medieval, que él dinamizó, son sólo un ejemplo de esta profunda vinculación, que se desgranó además en numerosas visitas, conferencias, tribunales de tesis doctorales, comités y proyectos conjuntos. Su potente y provocadora personalidad actuó como acicate crítico de nuestra praxis, que para mí se simboliza en el vehemente y cariñoso reproche -"¿siamo o non siamo intellettuali?"- con el que nos reclamaba un compromiso social con el patrimonio, yendo más allá de la pura investigación; un compromiso comparable a aquel del que hizo gala estos últimos meses, empeñado como estaba en luchar contra los proyectos urbanísticos que amenazaban el privilegiado paisaje y los interesantes yacimientos de Fiesole y que seguramente le llevó allí la triste y lluviosa mañana del viernes.

Sin duda, Riccardo sí fue un intelectual comprometido y luchador, y yo le debo, a más de su magisterio, el regalo del cariño y amistad de su familia.

Sonia Gutiérrez Lloret es catedrática de Arqueología en la Universidad de Alicante

Riccardo Francovich.
Riccardo Francovich.

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