Americanos, curas, monjas y políticos
Javier Arenas que, como todos o casi todos sabemos, es el presidente del PP en Andalucía, tiene cierta tendencia a realizar comentarios que, como un mal jugador, reflejan como van las encuestas a su grupo. Si las encuestas parecen irle bien, o confía en ello, muestra su cara amable. Si, por el contrario, estima que las cosas están más perdidas que el barco del arroz, trasforma amabilidad por insultos. Sermonea; sigue el modelo aznariano. Un modelo con el que estos perdedores quieren quitarse el trauma de la derrota y para ello chorrean a diestro y siniestro. Esta semana ha tocado al presidente de la Junta. Ante su petición de que el PP que explique por qué vota en contra de las medidas del crecimiento sostenible en urbanismo, la respuesta no tiene desperdicio. Arenas dice que "se calle por pudor; se deje de historias y que se abra una comisión de investigación en Marbella". El pulsómetro no va bien o, sencillamente, hay instrucciones de seguir la táctica Díaz de Mera o, como éste ya está muy visto, el de las monjitas de León. Aquél, callando ante el tribunal del 11-M, con el permiso tácito de los dirigentes del partido; éstas pensando que el Cristo es suyo y como se han trasladado de convento -de León a Toledo- trincan tres tallas, incluida la del Cristo yacente del siglo XVI, y al Cristo lo dejan sin su semana grande. Dicen que llevan muchos años custodiándolas; además, como son carmelitas y descalzas no tienen que dar explicaciones. Han venido a este mundo a callar, a rezar y a perdonar.
No sé, pero, a veces, tengo la impresión de que estos que callan, como Díaz de Mera o las monjitas, y mandan callar por la autoridad que les confiere su aznarismo o el estar descalzas, deberían entender de una puñetera vez que el cristo es del pueblo. No de los que lo custodian. Pero, en fin, no era de esto de lo que quería escribir. Lo que ocurre es que a Arenas le encuentro un especial atractivo. Tan especial como el de estas monjitas y a Acebes, que son capaces de olvidar sus ministerios y exigir a los demás que creamos en sus actos de fe. Sin explicaciones. No son como Zaplana que, cada día que pasa, se explica mejor. En fin, que Arenas se cruzó en este artículo, pues tenía previsto escribir sobre los americanos, los curas dirigentes y las elecciones.
En tiempos electorales, los grupos políticos deberían contarnos su política. Por ejemplo, en el caso de los americanos y sus bases, que nos dijeran que está muy bien o no -según grupo político- que se mantenga un tratado bilateral de defensa pero, en cambio, que no está bien o si -según grupo político- que se nos mate dentro y fuera de las fronteras y se archiven los asuntos sin juicio. Es lo que ha ocurrido en Rota. Dos militares americanos en un pub de Rota -Cádiz, Andalucía, España- pusieron a un ciudadano español de palos hasta las banderas de ambos países, una vez izadas. Pues bien, la Audiencia Nacional se ha inhibido a favor de la Marina americana. Archivo. Da igual en Irak que en España. Y los curas, tres cuartos de lo mismo. Ahora les preocupa que haya mezquitas. Dicen que no tratan a la mujer con respeto y vulneran los derechos que concede la Constitución española. No sé si se nos toma por tontos, como si esta clase dirigente apostara por la mujer -salvo para monjita- y por los derechos constitucionales. Mejor no profundizo, y menos en Pentecostés, si acaso recordar lo de la paja y la viga, según ojo ajeno o propio. En esto de las elecciones, sería interesante conocer si los grupos políticos piensan hacer algo para impedir que en tierra española, y andaluza, los americanos nos puedan hartar a hostias e irse con el barco a otra parte. También si la clase dirigente eclesiástica, al igual que los americanos y con el Concordato dando, pueden hacer trizas los derechos constitucionales.
No vayamos a que, al igual que las carmelitas descalzas, en lugar de servir nos custodien para siempre y sólo nos salve el rezar, y el callar como manda Arenas. Y no.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.