Víctimas
Cada día tengo más dudas sobre lo que pienso. De entrada puedo resultar vociferante, porque una será peleona hasta la tumba. Pero al segundo grito se me cruza la duda por la sesera. En tiempos tan crispados y polémicos no es sensato pensar que tú, precisamente, vas a tener toda la razón. Creer que tienes toda la razón es como creer que tu Dios es el único verdadero: una necedad muy peligrosa. De modo que las ideas se me van deconstruyendo como la tortilla de patatas de Adriá. Y hasta me enorgullezco de ello.
Esa deconstrucción no significa que valga todo. Al contrario, va dejando más firmes y más claros unos pocos, poquísimos, principios básicos. Como que ninguna idea merece el coste de una vida humana. O que los fines no justifican los medios. Esta semana, por ejemplo, tengo claro lo del Ayuntamiento de Ermua diciendo al Foro que no use el nombre del lugar. Yo también creo que el Foro debería dejar de utilizar ese topónimo, porque un ayuntamiento que toma una resolución tan penosa y oportunista no merece que una organización civilmente admirable continúe honrándoles de ese modo. Resulta que los valores democráticos vuelven a estar en la mira de los bárbaros, que acabamos de enterarnos de que ETA nunca dejó de prepararse para matar, que arrecia el peligro para esos héroes civiles que son Savater y Maite Pagaza y que un miembro del Foro ha recibido la dolorosa coz de un asno. Y, en medio de todo esto, el consistorio decide castigar a las víctimas.
Por no hablar del vergonzoso papel de Moratinos en Cuba. No sólo no vio a la oposición, sino que alardeó de haber firmado un acuerdo de derechos humanos. Pero el ministro cubano Pérez Roque declaró que del acuerdo quedaban excluidos "todos los presos políticos y de conciencia". De modo que es un papel mojado, una mentira ridícula. Para completar la infamia, Roque dijo delante de Moratinos que los presos políticos eran "unos mercenarios" y que los de conciencia "no existían". O sea, insultó a los presos machacados por la dictadura y Moratinos hizo el papelón de estar junto al verdugo. Por eso no albergo dudas respecto a estos dos casos: otro de esos pocos principios éticos que tengo claros es que siempre hay que ponerse del lado de las víctimas.
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