Policías que juegan a ladrones
Un juez de Madrid procesa a un agente y a dos 'narcos' implicados en un intento de secuestro en el que cayó abatido un policía
El 5 de enero de 2005, en Vicálvaro (Madrid), caía abatido de dos disparos en plena calle el policía radiopatrulla de la comisaría de Leganés José Manuel Álvarez Pacios. Minutos antes, este agente, otro compañero suyo y dos supuestos narcotraficantes colombianos habían tratado de secuestrar a un hombre de etnia gitana, Jesús González Conde, en presencia de su esposa, María Reyes Escudero. El matrimonio viajaba por Vicálvaro en un coche Honda Accord. Al policía Álvarez Pacios se le cayó al suelo su pistola reglamentaria durante el forcejeo con su víctima y María Reyes llegó a la pistola antes que él. Le descerrajó dos tiros y el agente cayó fulminado.
La investigación judicial ha destapado un turbio asunto de drogas y la actividad supuestamente mafiosa de al menos dos policías de Leganés: el fallecido y su compañero, José Martínez Cuadrado, de 45 años. Ambos ayudaban a narcos en tareas de vigilancia a cambio de dinero. El Juzgado 49 de Madrid, cuyo titular es Carmelo Jiménez, ha procesado a todos ellos por delitos de homicidio e intento de secuestro.
El secuestrado alega que su esposa, autora de los disparos, actuó en legítima defensa
Aquel día, los máximos responsables policiales de Madrid se desplazaron preocupados al barrio de Vicálvaro. Lo que en principio parecía la muerte de un policía en acto de servicio, se difuminó rápido. El agente tendido en el suelo, con un disparo en el pecho y otro en la pelvis, ni estaba de servicio aquel día ni aquella era su zona de actuación profesional. Y tampoco la autora de los disparos era una delincuente que tratase de evitar su arresto tras cometer un delito. Al contrario, la mujer le pegó dos tiros a un policía para evitar que secuestrase a su marido. El móvil del intento de secuestro sigue sin estar claro, pero las pesquisas apuntan al impago de una partida de droga proporcionada por los colombianos.
El juez Jiménez ha decidido sentar en el banquillo a todos los implicados en el suceso, con la excepción del marido de la homicida. Los procesados son María Reyes Escudero, el agente José Martínez Cuadrado y los ciudadanos colombianos José Arbey Rentaría y Alberto Augusto Velásquez. Les ha impuesto a cada uno una fianza de 6.000 euros.
En el auto de procesamiento, el juez detalla hechos que parecen extraídos de una película de serie B. Eran las 19.45 del 5 de enero de 2005. En el suceso intervienen tres coches, a la altura de las calles Minerva y Campo de la Torre (barrio de Vicálvaro). En un Honda Accord, color blanco, iban Jesús González y su esposa, María Reyes Escudero, ambos de 40 años. En los otros dos vehículos -un Seat Ibiza y otro coche de color blanco-, los dos policías y los colombianos.
El Seat Ibiza se puso en paralelo al coche de González al tiempo que Álvarez Pacios sacaba el brazo por la ventanilla y colocaba en el techo un luminoso lanzadestellos de la policía. En realidad, él era agente, pero ese día ni estaba de servicio ni esa era su zona. "Simuló ser policía e ir en un vehículo policial", cuenta el juez. El matrimonio, siguiendo las indicaciones del agente, detuvo el vehículo. "Yo no he hecho nada, ¿qué he hecho?", espetó González a Álvarez Pacios cuando éste, según describe el juez, les pidió la documentación. Detrás del Seat Ibiza se detuvo el otro vehículo de los secuestradores, con otras dos personas dentro (el juez no precisa sus nombres).
Mientras Álvarez Pacios simulaba que revisaba la documentación, del segundo vehículo se bajó uno de los procesados, colombiano, que soltó: "¿Es que no puedes con este hijo de puta? Venga, mételo ya dentro". Al tiempo que decía eso, se abalanzó sobre González. El policía dejó los papeles, sacó la pistola y se sumó al secuestro. Comenzaron a darle golpes y sujetarle para meterlo en el coche. Su esposa se bajó del coche y empezó a gritar pidiendo ayuda. Entonces se produjo un forcejeo y al agente se le cayó la pistola al suelo.
La mujer efectuó tres disparos: dos ellos alcanzaron de plano a Álvarez Pacios, en el pecho y en la pelvis. Todos huyeron de allí al instante, dejando el cadáver en el suelo. Dos días después, "de forma voluntaria", el matrimonio acudió a la Brigada de Homicidios de Madrid y detalló lo ocurrido.
El juez ha decidido procesar a la esposa por intento de homicidio. Asegura que los hechos son complejos y deben analizarse en un juicio. Entiende que "no consta de forma clara un ánimo defensivo ni la proporcionalidad de la reacción defensiva", ya que los disparos pudo hacerlos "al aire", además de que ni ella ni su marido dan cuenta "de por qué cuatro personas con las que en principio no tienen nada que ver intentan secuestrarle a él". Ella ha estado en la cárcel y ahora se halla en libertad provisional.
El abogado de la mujer, Carlos Tejeda Gelabert, se ha opuesto al procesamiento porque entiende que se trata de alguien sin antecedentes que dispara en legítima defensa de su esposo. "Ella es una víctima. No hizo más que lo lógico: defenderme al ver que intentaban secuestrarme. ¿Qué iba a hacer ella? Pues coger la pistola y disparar", ha confesado el marido, que asegura ser "un gitano honrado" que se dedica a la venta ambulante y a la compraventa de coches usados: "No sé por qué me querían secuestrar. Jamás había visto a estos hombres ni había tenido nada que ver con ellos. Yo me dedico a mi trabajo, nada más. Pero ahora cualquiera se fía de la policía".
El agente ahora procesado fue suspendido de empleo y sueldo tras estos hechos. Meses antes del intento de secuestro, fue investigado por Asuntos Internos porque se le veían "malas juntas"
y por pegar unos tiros en un local de ocio de Leganés, según fuentes policiales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.