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Crónica:Fútbol | 29ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Madrid ya se lo cree

Sin brillo pero con Raúl de goleador y Robinho en racha, los de Capello vencen a Osasuna y se sitúan a dos puntos del Barça

José Sámano

El Madrid no divierte, pero su hinchada se entretiene mientras hace las cuentas. Y a sólo dos puntos del líder, el Barça, le salen, por mucho que parezca imposible por lo indigesto que resulta el fútbol del equipo. A su manera, al más puro estilo Capello, este huesudo Madrid se ha convertido en una seria amenaza para todos los aspirantes al título. Aunque sea a trompicones y aprovechándose de la falta de consistencia del resto de candidatos, ha llegado vivo al tramo final de la Liga. Y con un punto por encima de sus contrincantes: pocos contaban con un Madrid tan agitador a estas alturas. Juego no tiene ni tendrá, pero desde su puesta en escena en el Camp Nou sus futbolistas ya se lo creen. Lo mismo da que a algún inquilino del vestuario le disguste el maquillaje de Capello. Tal fue el efecto del empate en Barcelona, que el Madrid ha sido capaz de encadenar dos victorias consecutivas en Chamartín, lo que era una quimera hace unos meses. Frente a Osasuna sumó de nuevo, y por la vía que le ha aupado en la Liga: el Madrid no necesita ser brillante para ser eficaz.

REAL MADRID 2 - OSASUNA 0

Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Cannavaro, Helguera, Torres (Roberto Carlos, m. 67); Emerson, Diarra; Higuaín, Raúl, Robinho (Reyes, m. 85); y Van Nistelrooy. No utilizados: Diego López; Marcelo, Mejía, Cassano y Miñambres.

Osasuna: Ricardo; Flaño, Cruchaga, Cuéllar, Monreal; Erice; Valdo, Muñoz (Milosevic, m. 62), David López, Juanlu (Azpilicueta, m. 65); y Webó (Romeo, m. 81). No utilizados: Elía; Corrales, Josetxo y Soldado.

Goles: 1-0. M. 24. Raúl bate por bajo a Ricardo después de una cesión de cabeza de Emerson. 2-0. M.70. Centro de Higuaín, Ricardo falla en la salida y Robinho marca a puerta vacía.

Árbitro: Ramírez Domínguez. Amonestó a Cuéllar y Flaño.

Unos 60.000 espectadores en el Bernabéu.

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¡Qué pocas emociones despiertan muchos de los partidos con el Real Madrid en el cartel! Al equipo no se le puede discutir su capacidad de sacrificio, la solidaridad de todo el grupo; pero su fútbol no es nada sinfónico. Bajo el dictado de Capello, este Madrid juega con casco, pico y pala. Si, además, logra adelantarse en el marcador, como ayer ante Osasuna, el equipo se achica cerca de Casillas y activa el campo de minas a la espera de algún contraataque. Cuando quienes deben pilotar son Emerson y Diarra ese fútbol áspero es aún más contagioso.

El caso Emerson es singular. Llegó al Madrid con el mecenazgo de Capello y con el precio de una estrella: unos doce millones de euros. Su fracaso ha sido tan estrepitoso que al ex internacional brasileño se le ha cambiado la vara de medir. Ya no es examinado como correspondería a una supuesta estrella, sino como a un jugador del pelotón al que cabe ensalzar por una cesión de gol o por no estorbar más de la cuenta cuando la pelota transita por el eje. O cuando se esfuerza por descolgarse en el área rival. Lo hizo en el frenético arranque del partido, cuando el duelo prometía un interesante combate de ida y vuelta. Un puro espejismo desde que Raúl superara a Ricardo tras recibir un cabezazo de Emerson, a su vez asistido por Diarra. Una jugada insólita por el perfil de los asistentes. Eso sí, por una vez, con esos atributos, Emerson evitó la reprimenda de la grada.

El temprano tanto del capitán, su cuarto en la Liga, bajó la persiana al choque, que derivó hacia la nada. Osasuna, que había entronizado a Casillas, que evitó el 0-1 con una soberbia estirada tras un remate de volea de David López, se difuminó. Se mantuvo en el partido por la propia falta de vuelo del Madrid, más ocupado por evitar que sus rivales le apuren que por dar la lata al hombre del marcador. Desde aquel paradón del inicio, Casillas perdió por completo de vista a los atacantes rojillos hasta que le probó de nuevo David López en el tramo final.

Algo más de tajo tuvo Ricardo en la otra orilla, y su eficacia no fue la misma. El portero de Osasuna regaló el segundo gol al Madrid. La pelota se le escurrió de los dedos y Robinho anotó su tercer tanto consecutivo en la Liga: abrió la lata ante el Nàstic, selló la victoria en Vigo y relajó a su equipo ante Osasuna. Su mejor racha. Pese a su irregularidad, hoy día Robinho es el único regateador puro del equipo, el único con un repertorio diferente cuando encara a las defensas contrarias. Su relación con Capello ha tardado mucho en estabilizarse. Y puede que no del todo: de los tres encuentros en los que ha marcado, Robinho sólo ha sido titular en el de ayer.

Lo mismo que Raúl es el mejor escolta para el ariete. Ante el cuadro de Ziganda, Capello le ubicó por detrás del holandés Van Nistelrooy, su posición natural, y Raúl, sin tener que desgastarse a cien leguas de la portería enemiga, aún resulta muy dañino para cualquier defensa. Suyos fueron varios de los mejores remates ante Osasuna, que estuvo muy pálido toda la tarde, sobre todo por la ineficacia de algunos de sus puntales, caso de Valdo. El equipo navarro comenzó trenzando cada jugada y terminó con pelotazos hacia Webó. Desde el gol de Raúl, Osasuna nunca tuvo claro su papel en el partido. Todo lo contrario que el Real Madrid, que cada día negocia los resultados con mayor convicción. Por ello, el título ya no es un sueño. Cuando faltan de nueve jornadas le queda a un centímetro, sin ocupaciones europeas o coperas. En esta Liga tan ingobernable todo es posible. Hasta que cuaje el mensaje de Capello.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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