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Hugo Chávez prohíbe la venta de alcohol durante Semana Santa

"No a la ley seca" es el lema que algunos turistas y comerciantes de la isla Margarita escribieron en los cristales traseros de los automóviles. Fue su manera de protestar contra un decreto dictado por los ministerios del Interior e de Infraestructura para prohibir la venta de bebidas alcohólicas durante Semana Santa, lo que ha arruinado los planes de muchos venezolanos que tienen esta fiesta no como un tiempo de religiosidad, sino como unas minivacaciones de playa y rumba.

El principal argumento del Gobierno de Hugo Chávez es la escalada en las cifras de los accidentes de tráfico, que se suelen cobrar en estas fechas más de cien víctimas mortales. Según las autoridades, la mayoría de los accidentes es producto del consumo de alcohol.

La prohibición total afecta al Jueves y Viernes Santo y al Domingo de Resurrección. El resto de los días, y en todo el territorio nacional, no ha habido prohibición total, sino una restricción en el horario de venta, entre las diez de la mañana y las seis de la tarde. La medida comenzó a aplicarse el sábado 30 de marzo.

El decreto tomó por sorpresa al país, pues este tipo de prohibiciones sólo se aplica en Venezuela durante las jornadas electorales. El decreto implica un cambio drástico en la actitud de las autoridades acerca del consumo de alcohol. Cualquier día, especialmente los viernes y sábados, es normal ver a decenas de personas bebiendo cerveza en las calles sin ningún tipo de recato. Incluso es frecuente encontrar vendedores ambulantes ofreciendo cerveza fría en los embotellamientos de tráfico.

En Margarita, la principal zona turística del país, se realizaron un par de pequeñas manifestaciones contra la medida. No obstante, no son muchos los ciudadanos dispuestos a sumarse a una causa tan controvertida, a pesar de que Venezuela tiene un alto nivel de consumo per cápita de alcohol (alrededor de 80 litros al año).

"A la gente le gusta beber, pero los bebedores no quieren aparecer públicamente como unos borrachos, quejándose porque no pueden comprar aguardiente", dijo Ramón Echeverría, comentarista de la emisora de radio gubernamental Mundial Margarita.

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La Iglesia, en contra

Curiosamente, portavoces de la Iglesia católica han pedido que la medida sea revisada. El cardenal Jorge Urosa se mostró partidario de que se flexibilice y se permita el consumo en los restaurantes a las personas que quieran acompañar la comida con un trago. Y Pedro Freites, sacerdote venezolano que dirige Radio Vaticano, expresó que la prohibición va contra el libre albedrío y, por tanto, tiene rasgos dictatoriales.

"La recreación y el turismo no tienen porqué estar ligados al consumo de licor", expresó por su parte Olga Azuaje, ministra de Turismo, quien rechazó las protestas de los empresarios de hoteles, restaurantes y discotecas.

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