Las aves del Estrecho vigilan el clima
Expertos de todo el mundo piden un centro internacional de seguimiento de las migraciones en Tarifa
Cada año, más de 300.000 rapaces, 80.000 cigüeñas y hasta 23 especies de aves marinas cruzan el Estrecho de Gibraltar en su migración anual desde distintos puntos de Europa hacia África. La situación del Estrecho, frontera entre dos mares, dos continentes y casi límite de dos regiones biogeográficas -la Paleártica y la Afrotropical- lo convierten en uno de los mejores observatorios mundiales para detectar los cambios de comportamiento migratorio de estas especies, causados fundamentalmente por el calentamiento global. Más de 200 expertos de 19 países, entre biólogos y ornitólogos, reclamaron la semana pasada en Algeciras (Cádiz) el primer Congreso Internacional sobre Aves Migratorias y Cambio Climático, la apertura de un centro internacional de seguimiento de la migración en el Estrecho de Gibraltar.
Los ornitólogos temen que, en 200 años, las aves dejen de migrar a larga distancia
"La gran diversidad de aves, su gran movilidad y su rápida capacidad para responder a los cambios ambientales las sitúa como grandes indicadores o termómetros del cambio climático", asegura Miguel Ferrer, ex director de la Estación Biológica de Doñana y presidente de la Fundación Migres, organizadora del congreso de Algeciras. Ferrer afirma que el centro de seguimiento que defienden los científicos no sólo estaría destinado a las aves que cruzan a África, sino "a todos los fenómenos migratorios, como los invertebrados, los cetáceos y las aves marinas, que pasan por el Estrecho de este a oeste". En la actualidad sólo hay dos grandes observatorios ornitológicos de referencia mundial: Hawk Mountain, en Estados Unidos, destinado a las rapaces y Eliad, en Israel, centrado en las aves planeadoras.
Para calibrar el impacto del cambio climático en las aves se necesitan series de datos durante muchos años. El programa Migres, que este año cumple una década y que ha contado con el trabajo de 800 voluntarios, comenzará a dar resultados fiables este verano.
Para Ferrer, el lugar ideal para establecer el centro de seguimiento internacional sería la isla de Las Palomas, en Tarifa (Cádiz), dentro del Parque Natural del Estrecho. "Nuestra apuesta es atraer al proyecto a la Universidad de Cádiz, a la Junta de Andalucía y al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)", afirma el presidente de la Fundación Migres, que no se fija plazos para la apertura del centro. "¡Qué más quisiera yo!", bromea.
Sin embargo, el cambio climático y sus efectos sobre las aves parecen ir más rápidos que los acuerdos políticos y los permisos administrativos. Los ornitólogos más importantes del mundo constataron en Algeciras cómo muchas especies están variando las fechas de migración, otras dejan de acudir a sus cuarteles de invierno, otras se convierten en invasoras desde África y otras abandonan España para establecerse más al norte. Con ellas se mueven semillas y plantas y microorganismos que hacen de las aves una suerte de línea aérea de bajo coste. "El seguimiento de los pasos migratorios en el Estrecho se revela como una de las mejores estrategias para detectar y prever los cambios en la distribución de la biodiversidad que nos esperan", asevera Ferrer.
Los científicos reunidos en Algeciras alertan de que con el calentamiento terrestre "se pone en riesgo el fenómeno mismo de la migración de las especies, sobre todo las migraciones de larga distancia". Además, este cambio no tardará más que "unos 150 o 200 años", calculan. Los ornitólogos acordaron reunirse cada tres años en el entorno del Estrecho para seguir intercambiando los resultados de sus investigaciones.
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