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Reportaje:SIGNOS

El plano de la libertad

Un cortometraje muestra las vivencias de jóvenes internos de la prisión de Granada

Los muros de las prisiones no impiden a los presos soñar con la libertad. La libertad de pensamiento y de imaginación es capaz de traspasar cualquier barrera. También la creatividad, que puede ser uno de los mejores instrumentos para conseguir la comunicación, un vehículo imprescindible para la integración y el entendimiento. Esa creatividad ha llevado a jóvenes reclusos de la prisión de Granada a participar en la realización de un cortometraje en el que dan a conocer la percepción que ellos mismos tienen de su realidad.

Bajo el título de Ante todo, jóvenes, 16 reclusos españoles, marroquíes y rumanos han reunido sus experiencias y sus reflexiones en un trabajo dirigido por Francisco Luis Rodríguez, profesor de la Universidad de Jaén. El cortometraje, que ha contado con el apoyo del Instituto Andaluz de la Juventud, dura 34 minutos y ha sido creado de manera integral por los reclusos, que se han responsabilizado del argumento, los guiones, la creación de la música y de las historias y poemas que aparecen en la cinta.

Desde el mismo título se percibe la actitud que se mantendrá en toda la cinta. Ante todo, jóvenes es una provocación a la vez que una invitación a la reflexión sobre el mundo de sus protagonistas. "Son jóvenes que se alejan del estándar, son madres y padres, son trabajadores, viven independientes... Son ciudadanos, doce hombres y cuatro mujeres con los mismos derechos de crear un futuro", asegura Francisco Luis Rodríguez, especialista en metodología de intervención colectiva.

El cortometraje ofrece desde una órbita artística un espacio de creación colectivo, que, en opinión de su director, ha supuesto "un ejercicio de absoluta libertad, sin filtros". "Los jóvenes no han tratado de ajustarse a lo que se espera de ellos, no han existido autolimitaciones sociales", añade.

Con respecto al proceso técnico, Rodríguez advierte de que "la semántica de las imágenes, el encuadre de la cámara o el uso de la luz y los escenarios no son gratuitos ni improvisados; se trata de elementos del contenido del mensaje que buscan generar sensaciones diferentes. La imposibilidad de encuadrar el corto en algún género forma parte del deseo de expresar que todas las realidades no han de encontrarse encuadradas, ni clasificadas".

Desde el primer momento, los jóvenes participantes abrazaron el proyecto como un trabajo al que debían una actitud de autoexigencia. Los momentos de la grabación, que se ha realizado en el interior de la prisión y en lugares como Sierra Nevada, Granada, Salobreña o Málaga, han supuesto para los jóvenes "un espacio de creatividad y expresión libre" que ha estado lleno de "momentos emocionantes para la mayoría".

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Como no podía ser de otra manera, la idea de libertad ha circulado a lo largo de toda la realización del trabajo. "Para una persona privada de libertad esta palabra pasa a ser el eje de su atención", explica Rodríguez. Para algunos de los jóvenes creadores, la salida a la calle supuso un "choque emocional" que fue suplido por la cohesión del grupo. Además, la reflexión y la alegría siempre prevalecieron durante el rodaje.

Con respecto a la experiencia que ha supuesto la grabación, el joven Manolo, de 22 años, uno de los participantes, señala que "ha sido acogedora, con gente sencilla y humilde como yo". "He descubierto la libertad de decir las cosas, antes era más reservado por el qué dirán. Ahora me cuesta menos trabajo comunicarme", comenta.

En el mismo sentido, el propio Francisco Luis Rodríguez señala que de toda la experiencia sobresale el lado humano. "El acercamiento y la escucha activa son los ejes de la relación con los jóvenes que se presentan en este corto". El resultado es sorprendente y llama a la reflexión.

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