Iberdrola prepara el gran salto

Iberdrola reunirá el jueves en Bilbao a sus accionistas para celebrar la reunión más importante de su historia. Será la primera junta de Ignacio Sánchez Galán como presidente y deberá aprobar una gigantesca ampliación de capital (8.625 millones) para adquirir Scottish Power. Sánchez Galán cuenta, de entrada, con el 40% del capital para dar el salto y convertir a Iberdrola en la tercera compañía europea por capitalización. En Iberdrola hay picante: con ACS, principal accionista (12,4%), no todo es de color de rosa.

La compañía se prepara, con más intensidad que nunca, a vender la imagen de empresa ecológica, líder mundial en energías renovables

La asamblea del jueves será, desde el punto de vista jurídico, "cuatro juntas en una", explica el secretario general del consejo, Julián Martínez Simancas. Cuatro juntas, porque los asistentes a la reunión del Palacio Euskalduna de Bilbao (con un aforo de unas 3.000 personas) deberán examinar la marcha de la compañía, aprobar la integración amistosa con Scottish Power, autorizar cambios estatutarios y aprobar el desdoblamiento (split) de acciones en la proporción de 1:4. Todo para llegar en orden al día 25 de abril, cuando se prevé el cierre de la gran operación de integración con Scottish Power, valorada en 17.100 millones de euros.

En el Palacio Euskalduna se verán, con toda probabilidad, caras nuevas. En los últimos meses, marcados por la pugna en torno a Endesa, en Iberdrola ha habido movimientos significativos. El más importante, la entrada en su capital de la constructora ACS (12,4%), que controla también Unión Fenosa. Pero la agitación, general en el sector, se tradujo también en la salida de un accionista de "los de siempre", el BBVA y en la entrada de gente adinerada que busca diversificar intereses.

A la junta están invitados, como no podía ser menos, los nuevos accionistas: desde Alicia Koplowitz, que a través de Omega Capital controla un 2,93% del capital, a Nicolás Osuna (1,43%) o la familia andaluza Sánchez Ramade (1,1%). No faltarán los observadores de otro novísimo inversor, el Banco Santander, que ha adquirido un 1,34% de la eléctrica y está muy atento al negocio que se abre en Escocia (área de actividad de su filial Abbey) con la actividad de Iberdrola-Scottish Power.

Con los nuevos inversores, las cajas que se han incorporado al accionariado de Iberdrola en los últimos ejercicios (BBK, Caja Navarra, Caja Murcia, Vital, Caja Extremadura, cajas de Castilla y León...) más el nuevo socio, ACS, el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, cuenta con el apoyo de en torno al 40% del capital para impulsar su plan de expansión. Con ese porcentaje, Iberdrola intenta tomar posiciones en un mercado, el energético, en el que el dicho del pez grande y el pez chico está presente en todos los análisis.

Así, con los elementos básicos bajo control, Iberdrola, cuya valoración en 2001 era inferior a la de Scottish Power (la capitalización de Iberdrola supera hoy los 31.000 millones, frente a los 17.165 de Scottish) se prepara para vender, con mayor intensidad que nunca, su condición de compañía líder en energías renovables. Con la integración de Scottish Power, segundo mayor operador eólico en Estados Unidos, la compañía española sumará 1.500 megavatios eólicos a los 5.000 que ya controla, lo que dejará muy atrás a la empresa estadounidense Florida Power en la carrera por el liderazgo en este tipo de generación.

En las últimas semanas, el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, ha vendido proyecto, ideas e imagen por tierra, mar y aire. En tierra, colocó la primera piedra del que será el edificio más alto del moderno Bilbao, la Torre Iberdrola, de 165 metros. A su lado, el lehendakari del Gobierno Vasco, Juan José Ibarretxe. Al lado del mar, en Valencia, Sánchez Galán acompañó a la Reina Sofía en el bautizo del velero Desafío Español, que con los colores de Iberdrola participará en la Copa América. Todo por la imagen y todo por un futuro que, desde el punto de vista de Iberdrola, se resume en un ser o no ser. Comer o ser comido.

Hasta el momento, con el sector energético español más que agitado, a Iberdrola las cosas le han salido a pedir de boca. Su apoyo a la OPA de Gas Natural sobre Endesa, una vez frustradas las opciones de la compañía gasista, ha quedado en el recuerdo. Fue una oportunidad abortada de adquirir nuevos activos, pero la operación sobre Scottish Power ha compensado con creces el revés.

En los últimos meses ha habido otros contratiempos para el equipo de Sánchez Galán. Por ejemplo, el apoyo de las autoridades (Comisión Nacional de la Energía) a la constructora ACS, con un pie en Iberdrola y otro en Unión Fenosa, para que ejerza sus derechos en Iberdrola con el único límite que marcan los estatutos de la compañía (10%) a pesar de participar en dos empresas eléctricas punteras. El asunto está en el aire. Iberdrola ha interpuesto un recurso de alzada ante Industria para que ACS no pueda ejercer derechos por más del 3% y el departamento que dirige Joan Clos debería pronunciarse sobre las eventuales medidas cautelares que solicita Iberdrola (para entrar en el fondo del asunto dispone de tres meses) antes del jueves.

La actitud de ACS (que ha apoyado públicamente la compra de Scottish), cuyos socios no han ocultado que verían con agrado la unión Iberdrola-Unión Fenosa, es sólo uno de los puntos que ha inquietado a Sánchez Galán ante la junta. La propuesta de cambio de reglas en el consejo para que el presidente de la compañía tenga voto de calidad ha levantado muchas críticas. Lo mismo que el mantenimiento de las limitaciones de voto en el 10%. A ambas cuestiones hay contestación: el voto de calidad es común en las empresas del Ibex y las limitaciones desaparecen en caso de que las ofertas de compra sean por el ciento por ciento de la compañía y en efectivo.