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El transporte en la región

El cliente asiduo y cabreado de la sufrida línea 6

Antonio Jiménez Barca

Casi todas las mañanas, desde hace al menos dos meses, los clientes de la línea 6 que se desplazan en el sentido de las agujas del reloj a eso de las 10 deben desalojar el tren al menos una vez por trayecto. El convoy se para en la estación de Laguna. Y una voz ordena, sin más ni más, "desalojar el tren". No hay explicaciones.

Todos los pasajeros se bajan y aguardan en la estación (sin asientos ni luces ni casi carteles porque está en obras) a que llegue otro metro. Entonces se montan y reanudan el viaje, con unos minutos de retraso.

Los viajeros suspiran, se quejan, se miran medio enfadados y comentan lo mal que funciona el metro últimamente. Mientras, el tren resopla y echa a andar en dirección a la estación de Lucero.

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Los viajeros no se quejan gratuitamente. Antes y después del desalojo, a lo largo del trayecto, se suceden los parones, los arreones, las detenciones inexplicables en medio del túnel. Tampoco hay explicaciones. A veces, los parones son de muchos minutos. ¿Qué pasa en la línea 6?

Muchos días, además, los viajeros, mientras esperan, ven en los carteles electrónicos que se ha suspendido el servicio en determinados tramos de otras líneas.

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¿Qué pasa en el metro?

Y recuerdan que hace dos meses, concretamente el 24 de enero, un grupo de pasajeros esperó en la estación de Conde de Casal, de la línea 6, más de 45 minutos. Los conductores llamaron a la policía porque los usuarios, enfurecidos, estuvieron a punto de amotinarse.

Los viajeros obligados cada mañana por la voz que no da explicaciones a bajarse del tren en la estación de Laguna y esperar a que venga otro tren les comprenden. Ven que, por culpa del metro, van a llegar tarde al trabajo o a una cita, o a una entrevista...

Los minutos de espera son importantes. Ellos sí que tendrán que dar explicaciones.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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