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Reportaje:

El insulto como un arte

Más de 600 alumnos de la Universidad de Huelva asisten a un curso sobre la evolución de las agresiones verbales

"No permitáis que la palabra 'hijo de puta' desaparezca de nuestras vidas, de nuestras calles, de nuestras escuelas". Así empieza uno de las gags más famosos del programa de humor de Paramount Comedy La hora chanante. Quien pronuncia semejante declaración de intenciones es un estrafalario personaje creado por los guionistas del espacio y bautizado como Marlo. Seguidamente, y acompañado por un coro de descerebrados, Marlo canta la canción titulada como el mismo insulto que acaba de reivindicar. Un tema cuyo pegadizo estribillo se ha convertido en todo un clásico entre los jóvenes españoles.

Es una prueba más de que los insultos y las interjecciones nos acompañan continuamente. Pero pocas veces se les dedica unas jornadas específicamente académicas, tal y como ha ocurrido en la Universidad de Huelva. Allí, entre el miércoles y el viernes pasados se organizó el ciclo Arte (y literatura) del insulto. La reunión, a la que acudieron más de una docena de docentes de Huelva, Sevilla y Madrid y se matricularon más de 600 alumnos, estuvo coordinada por los profesores Luis Gómez Canseco y Fernando Navarro Antolín, del grupo de investigación de Literatura e Historia de las Mentalidades de esta universidad.

Durante cuatro días se repasó el papel que las agresiones de palabra han tenido a lo largo de los siglos en las diversas facetas culturales. Desde las dagas que soltaba el poeta latino Marcial en el siglo I, a las los insultos escritos por Cervantes en El Quijote; pasando por la afición del pueblo a vilipendiar a políticos y monarcas a lo largo de la historia.

"Organizamos estas jornadas precisamente porque el insulto no se estudia en la universidades y es algo que se encuentra en el día a día de todo el mundo", explicaba Gómez Canseco el pasado miércoles ante un atento Julián García Candau. El periodista y escritor valenciano era uno de los invitados a pronunciar una conferencia sobre los improperios. Su campo a tratar: el deporte. "Lo cierto es que en los campos de fútbol no se ha aportado excesiva riqueza al mundo del insulto. Allí, entre el público se escucha lo de siempre, lo mismo que en cualquier parte: cabrón, hijo de puta, gilipollas", explicó.

Pero siempre hay individuos creativos que se adentran en el absurdo para lanzar sus palabrotas. "Yo recuerdo que en un campo de Castellón había un señor que cada vez que el árbitro pitaba en contra de su equipo le gritaba: 'Datilero, eres un datilero'. Y claro, yo me preguntaba por qué le insultaba así", reflexionó García Candau.

Una excepción manifiesta dentro del escueto catálogo de increpaciones directas que maneja el mundo del deporte, lo ha encontrado García Candau en el baloncesto. "El colectivo de aficionados que ha atacado de manera más creativa a los del equipo contrario ha sido La Demencia, que es la hinchada del Estudiantes. Recuerdo que cuando jugaba Rafa Jofresa en el Juventut de Badalona, le gritaban cosas como 'a Jofresa le pesa la compresa'. Son la única afición que se esfuerza por adaptarse plenamente a los tiempos". Y de adaptar también sus insultos.

"El insulto es un desahogo, una manera de liberarse de tensiones propias", comentó el profesor Canseco. ¿Y han evolucionado? "El tiempo va modificando los gestos y las actitudes. Hoy no es lo mismo gritarle a alguien 'maricón' o 'tortillera', porque la sociedad ha cambiado", explicó García Candau.

El grupo de investigación universitaria que ha organizado estas jornadas, y que ya tiene experiencia en ofrecer cursos con una temática distinta y atractiva -suyas fueron las conferencias sobre el papel de la mierda en la cultura-, ve con preocupación que puedan repetirse en el futuro. "Parece que por razones de financiación la universidad va a optar por no fomentar este tipo de actividades y apostar por desarrollar asignaturas más formales", avanzó Gómez Canseco.

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