La ética del dinero

¿Tiene ética el dinero? ¿Existe un límite moral en los sueldos de los altos directivos? No lo parece. Francisco González, presidente del BBVA, vio cómo hace dos semanas algunos asistentes a la junta de accionistas de la segunda entidad financiera española calificaban de "aberración" sus ingresos anuales, equivalentes a 19,7 millones de euros (9,7 millones de sueldo y diez millones en concepto de bonus). El propio FG admitió que su paga sea éticamente "discutible" por muy legal y trabajosa que resulte. González ostenta el récord español de ejecutivos mejor pagados a falta de conocer los datos del Banco de Santander, que suelen ser muy altos. No deja de ser un sarcasmo que el patrón del BBVA afirmara recientemente que la banca debe luchar contra la pobreza.

Es verdad que los ingresos de un alto ejecutivo español son más modestos que los de muchos directivos de compañías europeas y estadounidenses. Pero también es cierto que la diferencia con el salario medio en España, más de cien veces inferior a la mayoría de esas retribuciones, es escandalosa. Dice FG que sus emolumentos se calculan en función de los resultados, el trabajo y la creación de valor que pueden aportar, pero eso no quita para que el ciudadano medio, que al fin y al cabo deposita su dinero en las entidades financieras, muestre irritación, más si cabe cuando escucha recomendaciones a la moderación salarial.

No ha debido hacer gracia a esa galaxia de privilegiados las advertencias del presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, a las remuneraciones de los altos ejecutivos: "Hay que examinarlas ciudadosamente, porque no son comprendidas por el pueblo de nuestras democracias". Desde luego que no.