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FÍSICA | Conductividad

Agridulce cumpleaños de los superconductores de alta temperatura

Hace 20 años este mes, casi 2.000 físicos se apretujaron en un salón de baile del hotel Hilton de Nueva York para escuchar hasta las tres de la madrugada la buena nueva de un nuevo tipo de materiales llamados superconductores de alta temperatura, que prometían asombrosas nuevas tecnologías como trenes que levitan magnéticamente. "Fue un acontecimiento emocionante", dice Philip F. Schewe, periodista científico del American Institute of Physics. "Todo el mundo quería estar presente". Desde entonces se conoce como el Woodstock de la física. Muchos de los participantes en la sesión de 1987 se volvieron a reunir hace unos días en un congreso de la American Physical Society en Denver (Colorado, Estados Unidos), en parte para recordar y en parte para hacer balance de lo que ha pasado y lo que no ha pasado desde entonces.

Los materiales superconductores, descubiertos en 1911, transportan electricidad sin resistencia. La mayor parte de ellos funcionan a temperaturas muy bajas (hasta un máximo de 23 grados por encima del cero absoluto) y en los años setenta del siglo pasado los físicos habían llegado a la conclusión de que el frío límite era natural. Sin embargo, Alex Müller y Georg Bednorz, del laboratorio de IBM en Zúrich, descubrieron en 1986 un nuevo tipo de superconductores cerámicos que funcionaban a 35 grados Kelvin.

En la conmemoración de Denver, Bednorz rememoró la historia de frustración y felicidad del descubrimiento, que incluyó trabajar durante años sin ver pruebas claras de superconductividad, tener que utilizar equipos prestados después de terminar la jornada, sobreponerse al escepticismo de sus colegas de IBM y otros que dudaban de que los compuestos estudiados pudieran siquiera transportar corriente y, finalmente, llegar al resultado definitivo.

En octubre de 1986, Bednorz y Müller prepararon un artículo sobre los primeros resultados, pero presentarlo a una revista científica requería la firma de su jefe, el muy reciente premio Nobel Heinrich Rohrer. Bednorz obtuvo la firma poniendo el papel delante de Rohrer como si quisiera pedirle un autógrafo. Poco más de un año después, los dos científicos europeos obtuvieron también el Premio Nobel.

A medida que pasaron los años, las expectativas creadas por el descubrimiento fueron disminuyendo, por la dificultad de aumentar la temperatura de superconductividad en condiciones normales y la de manejar los materiales cerámicos. En la actualidad, el récord lo tiene un compuesto que, a altas presiones, funciona a 164 Kelvin. A pesar de que no se han cumplido las profecías y ninguna empresa gana dinero con estos materiales cerámicos, los científicos siguen pensando que otro Woodstock puede llegar, sobre todo porque todavía no comprenden el funcionamiento de los superconductores.

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