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Urbanismo de bisturí, no de excavadora

Blanca Cia

En el Carmel es bastante fácil caminar durante más de 200 metros ante un espacio ininterrumpido de fachadas de bloques desiguales, sin aperturas de viales, o de plazas o de algo que haga respirar. Esas pastillas o manzanas casi imposibles abundan más en las laderas que suben hacia el monte del Carmel. Una es la delimitada por la calle de Sigüenza, de la Murtra y Llobregós, una gran manzana en cuyo interior se construyeron más edificios separados por un estrecho pasaje, el de Sigüenza, en el que estirando el brazo casi casi se puede descolgar la ropa del vecino del bloque de enfrente.

No es la única. Otra es la enmarcada entre Calderón de la Barca, Alcalde de Zalamea, Conca de Tremp y Agudells, con un nivel de 40 centímetros. Y más, como la conocida como Rancho Grande, entre las calles de Bernat Bransi, Moratín, Ramón Rocafull y Pantà de Tremp.

Es en ese tipo de construcción abigarrada y desordenada en la que se quieren abrir espacios. Que el aire y el sol entren. Algo que necesariamente supondrá afectaciones urbanísticas y vecinos que deberán dejar sus casas para ir a vivir a otras. El proceso acaba de empezar y los vecinos del barrio no son todavía muy conscientes de ello, algo a lo que ayuda que desde el hundimiento del metro las calles del Carmel están casi en permanentes obras tras la declaración del área especial de rehabilitación integral.

"Cuando el proyecto de transformación esté más definido empezaremos a exponerlo a todos", apunta la edil del distrito, Elsa Blasco, que quiere tranquilizar a unos residentes ya de por sí sufridos: "No se trata de meter las excavadoras como se hizo en el Raval, sino de cirugía más de bisturí".

Quedarse en el barrio

Estas intervenciones tienen que posibilitar poner el Carmel en el estándar generalizado de la ciudad en todo: vivienda, equipamientos y zonas verdes. Lo que no quita que haya afectados. "Sí, los habrá pero se intentará que se reubiquen lo más cerca posible y, desde luego, siempre en el barrio", añade.

"Pienso que la medida es buena y que el barrio necesita algo así. De hecho, dentro de la comisión de seguimiento de los proyectos del AERI -la declaración de rehabilitación integral- los vecinos y entidades ya plantearon la necesidad de actualizar los antiguos planes. Hay que aprovechar que ahora hay más recursos", apunta Custodia Moreno, una veterana dirigente vecinal hoy reconvertida en comisionada de la alcaldía.

En la calle, el recuerdo del desastre del accidente todavía está presente y desde la asociación de comerciantes, Josep Maria Gas explica que algunos ya no volvieron a abrir. También hay otros, como Pilar Herrera, propietaria de una tienda de ropa frente al parque que se construyó en la zona cero, que dicen estar pendientes de ajustar las cuentas con la Administración.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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