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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Desde el califato virtual

Coincidiendo con el tercer aniversario de los atentados del 11-M, Al Qaeda ha vuelto a amenazar a España en vídeos colgados en Internet, esta vez por haber mandado tropas a Afganistán. Es un aviso que debe tomarse muy en serio. Según coinciden expertos, la policía y los servicios de información, España se ha convertido en objetivo "preferente" de Bin Laden. Las amenazas parecen haber aumentado en estos últimos años más rápidamente que los medios para combatirlas, a pesar de los grandes esfuerzos emprendidos tanto en nuestro país como en el conjunto de Europa y África, incluido el Magreb, en la lucha contra este terrorismo transnacional.

El pasado domingo hubo dos avisos. El primero, colgado en el sitio de Al Qaeda La Voz del Califato, estaba dirigido contra los Gobiernos de Alemania y Austria por mandar fuerzas a Afganistán, y de pasada aludía a España, cuyo Ejecutivo, afirmaba el grupo islamista, "ha engañado a su pueblo, al retirar sus tropas de Irak y enviar otros 600 soldados a Afganistán". El segundo era del número dos de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, que en una larga arenga volvía a subrayar la necesidad de recuperar Al Andalus y otras lindezas por el estilo, y cuya mayor novedad era, además de mencionar el reciente atentado suicida contra la base americana en Bagram (Afganistán), donde se hospedaba el vicepresidente de EE UU, Dick Cheney, la crítica a Hamás por pactar con Al Fatah. En noviembre, Al Zawahiri había incluido Ceuta y Melilla entre los territorios "ocupados" a liberar.

Estos comunicados no son una novedad en ese califato virtual que Bin Laden y los suyos han establecido en la Red. Las críticas a la presencia de tropas extranjeras en Afganistán y otros sitios han sido constantes. Desde la Red también se fomenta la captación de militantes y se incita a ataques de individuos o pequeños grupos, como el que, al parecer, iba a atentar en Casablanca cuando a uno de ellos le estalló la bomba que portaba.

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El recordatorio de la amenaza contra España refleja que la retirada de Irak no bastó para frenarla. Está bien declarar, como ha hecho el ministro de Defensa, José Antonio Alonso, que no hay que ceder a tales bravatas; desde luego, no son razón para cambiar la política de presencia militar en Afganistán o Líbano. El terrorismo islamista no busca negociación, sino impacto. Y su amenaza no es puramente coyuntural, sino permanente.

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