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Reportaje:Fútbol | 26ª jornada de Liga

El fútbol vasco se desploma

El bajón demográfico, factores sociológicos y la falta de calidad hunden a Athletic, Real y Alavés

Algo crujió en Lezama cuando los responsables advirtieron de que algunos de los futbolistas de las categorías inferiores llegaban a las instalaciones con camisetas del Barcelona, del Chelsea o de otros equipos. Dentro, vestían la equipación rojiblanca; fuera, la de los equipos o los futbolistas mundiales de moda. Nada que no se viera en otros campos de equipos locales de Vizcaya "de los que nosotros nos surtimos", afirma Txema Noriega, director del fútbol base rojiblanco, y que cualquiera puede comprobar. La reacción fue inmediata: se prohibió acudir a Lezama con indumentarias de otros clubes, pero lo cierto es que la fe rojiblanca cotiza ahora mismo a la baja entre los adolescentes vizcaínos. Y también en el entorno: cada vez que el Athletic ha caído a posiciones de descenso (y ya van dos años consecutivos que persiste en el empeño) se ha abierto el melón de la crisis y, por tanto, el debate sobre su filosofía, convertida en triunfo y tragedia de 108 años de historia. Se gana y se pierde por la filosofía (el no fichaje de jugadores nacidos fuera del territorio vasco o no educados en él).

El Athletic prohibió a sus chavales que fueran a Lezama con camisetas de otros equipos

A cien kilómetros por autopista, en San Sebastián, la percepción es la contraria. Allí se piensa que la Real caerá en la Segunda División por su desapego a la identidad propia y que el Athletic se salvará por ello. Y se critica al Consejo de Administración por no tener ya previsto un plan B (probablemente ya lo tiene) para retornar a la Liga de las Estrellas. "En la Real, el problema es de planificación" afirma el ex jugador realista Roberto López Ufarte, "porque la mayoría de los extranjeros, salvo unos pocos, no han dado el marchamo de calidad suficiente para sostener al equipo y dar tiempo a que fructifique y madure la cantera".

En Vitoria, la desesperación con el Alavés no tiene límite y no son pocos los que piensan que sólo un batacazo monumental de El Glorioso permitiría la marcha de Dimitri Piterman y el resurgimiento de sus cenizas del equipo albiazul. En Vitoria no se habla del Alavés, sino de Piterman, convertido en un obstáculo social, deportivo y económico, amén de un antídoto contra la imagen del club, hasta el punto de que instituciones y patrocinadores buscan la manera de salir del entuerto.

En todos los casos, el denominador común es la decepción, la sensación de desplome que afecta a todo el fútbol cantábrico desde que el Deportivo dejó de pertenecer a la jerarquía de los campeones. En Euskadi, el fútbol de éxito prácticamente se acabó en los ochenta, una década antes de que la ley Bosman alterase las condiciones de dos equipos (Athletic y Real) aferrados a sus tradiciones, al compromiso con los colores. El último título en el País Vasco lo consiguió la Real en la final de Copa de 1987, tres años después de que la consiguiera el Athletic. Antes, ambos clubes se habían felicitado por conseguir dos títulos de Liga consecutivos cada uno, entre 1980 y 1984. Después, casi nada. El Athletic logró un subcampeonato en 1999 y la Real dos en 1987 y 2003, tres pedreas que encubrían quizás un problema latente. La Copa de la UEFA fue el objetivo de la década de los ochenta y los noventa; la permanencia es el objetivo del siglo XXI. Por eso ahora ambos tiemblan y se afanan en análisis que quizás debieran haberse hecho hace tiempo. "El problema del fútbol vizcaíno es el problema del deporte vizcaíno", asegura Noriega. "¿Qué deportistas de élite tenemos? ¿Cuántos tenemos? ¿Qué tipo de chavales tenemos?", se pregunta.

La demografía es uno de los argumentos más inmediatos. El País Vasco tenía 2.114.700 habitantes en 2005, más de la mitad radicados en Vizcaya. Pero lo importante es que entre 1981 y 2003 la población de entre 0 y 19 años de edad bajó del 34% al 17% según el Eustat (Instituto Vasco de Estadística), con el envejecimiento de población más alto de la Unión Europea.

Poca población, envejecimiento y tres equipos compitiendo (al que habría que añadir, a efectos de captación, Osasuna) no sólo han repartido los daños hasta el punto de llegar a la situación actual, sino que han laminado las categorías inferiores. Actualmente, sólo hay un equipo en Segunda (el Alavés, por sus propios errores) y hace décadas que no asciende ninguno de Segunda B (el Sestao fue el último). "Si quieres hacer carrera en el fútbol, tienes que irte a Levante o Andalucía. Aquí no hay nada que hacer", afirma un técnico con experiencia en la Segunda División B.

"El problema es que, históricamente, los equipos vascos teníamos algo: la disciplina, que era una garantía frente a otros equipos. Ahora ya no es así", asegura López Ufarte. "Antes bastaba con esa disciplina, con ese compromiso, con dos o tres jugadores de calidad y un resto de luchadores. Ahora, no. Ahora cualquier equipo andaluz tiene dos centrales más fuertes y más altos que los nuestros, por poner un ejemplo gráfico. Y ése es el problema del Athletic y de la Real. No basta con Yeste, Iraola o Aranburu. Hace falta más. El problema de la Real es que no hay un euro para fichar jugadores de calidad".

El Athletic anuncia, mientras sufre con la permanencia, nuevo campo. En la presentación del futurista nuevo San Mamés alguien deslizó una maldad: "¿Y todo esto para que lo inauguremos contra el Vecindario?". El fútbol vasco se desploma y se adivina el miedo.

Iraola, del Athletic, disputa el balón a Uranga, de la Real, en San Mamés.
Iraola, del Athletic, disputa el balón a Uranga, de la Real, en San Mamés.EFE

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