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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Extremos del Ulster

Los electores de Irlanda del Norte han votado para un nuevo parlamento y un nuevo Gobierno de la autonomía, con una buena participación (63%) y el resultado previsible de que los dos partidos de mayor potencial identitario y más radicales han cosechado una mayoría masiva. Ahora ambos deberán ponerse de acuerdo: el Partido Democrático Unionista (DUP) del reverendo Ian Paisley, el gran triunfador en el campo protestante, y el Sinn Fein, brazo político del IRA y definitivamente hegemónico en el campo católico del nacionalismo irlandés; pero también deberán hacerlo las demás fuerzas que hayan logrado entrar en el parlamento.

Por los acuerdos del viernes santo de 1998 están condenados a gobernar juntos, y todos saben que el fracaso en este empeño o el retorno de algún tipo de violencia supondría casi automáticamente la nueva suspensión de la autonomía y el gobierno de la región desde Londres. Saben también que igual que era inevitable para Paisley y los suyos estudiar las formas de gobernar el Ulster con sus antiguos enemigos del Sinn Fein, los republicanos tenían que aceptar la legalidad existente, la policía del Ulster y el proceso de esta autonomía limitada, siempre fiscalizada por Londres y Dublín. Las fuerzas del Ulster saben que estas cuitas nada tienen que ver con las del pasado de muertes y destrucción y que, con la normalidad política al menos, en avance continuo, nuevos reveses tendrían altísimos costos.

Los dos partidos extremos del espectro político norirlandés, DUP y Sinn Fein, tienen así incentivos suficientes para ponerse de acuerdo. Con los resultados que les otorgan juntos una amplia mayoría absoluta en la asamblea de 108 miembros no tendrán excusas si no lo hacen. Paradójicamente, son los dos representantes más extremos de las comunidades las que quedan ahora cautivas de la necesidad de acuerdo, conscientes de que su fracaso supondría un revés imperdonable para ambos. El mejor reflejo de ello es que ayer, antes de conocerse los resultados definitivos, ya se pusieron a negociar el reparto de poderes los principales líderes republicanos con los unionistas.

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Las fuerzas moderadas, como el Partido Unionista del Ulster o los nacionalistas irlandeses del Partido Socialdemócrata y Laborista, sufrieron pérdidas muy graves. De nuevo son los partidos que lideraron la consecución de los acuerdos de 1998 los castigados. Los premios Nobel de la Paz David Trimble y John Hume desaparecen así definitivamente de la primera línea de la política norirlandesa. El Ulster ha entrado en una nueva época que necesitará ya no el acercamiento, sino la colaboración de sus extremos.

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