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Reportaje:

El precio del agua virtual

Expertos de 27 países, de Omán a Suráfrica, buscan en Sevilla una gestión sostenible

Margot Molina

El agua, además de inolora, incolora e insípida, parecía también invisible a los ojos de gobiernos e instituciones internacionales hasta que, hace tan sólo un lustro, el tema "llego por primera vez a las agendas internacionales", como reconoce Richard Meganck, director del Instituto para la Educación del uso del Agua de la Unesco.

"Ahora todo el mundo entiende que el agua es un tema del que hay que ocuparse en cualquier sector y a todos los niveles. En este caso no se trata sólo de un problema que afecte a los países en vías de desarrollo", aclaró ayer Meganck, uno de los 130 expertos de 27 países que están reunidos en Sevilla en las jornadas WEX The water and enviromental exchange (El agua y el cambio medioambiental).

La mayoría apuesta por la colaboración entre gobiernos y empresas privadas

El representante de la Unesco trabaja para que instituciones internacionales como el Banco Mundial ayuden a los países sin recursos hídricos a reducir el precio del "agua virtual", un concepto que Meganck explica de forma muy gráfica. "Cuando un niño se come una naranja en el desierto del Sáhara, esa naranja le cuesta mucho más que si se la toma otro niño en Sevilla, donde se ha cultivado con agua propia. Por eso, el niño del Sáhara está pagando la naranja y el agua virtual que no tiene su zona", aclara Meganck, quien añade que el dinero no es toda la solución, son necesarios también profesionales cualificados y el apoyo de la ciudadanía.

"Si las mujeres y niñas de todos los países en vías de desarrollo no tuvieran que acarrear agua y leña, a nivel mundial dispondrían de 40 billones de días hábiles anualmente; con todo lo que eso supondría para la economía de sus países", asegura el director del Instituto para la Educación del uso del Agua.

La colaboración entre los gobiernos y las empresas privadas es, para la mayoría de los expertos, la solución al problema de la falta de agua que sufre todo el mundo. Esa fórmula es la que defiende el sudafricano Tawanda Nyandoro, de la empresa gubernamental Rand Water, una empresa que abastece a 12 millones de habitantes de los 50 millones que tiene el país. "Nuestra empresa, que se abastece del agua almacenada en pantanos, obtuvo el pasado año 62 millones de euros de beneficios. Lo conseguimos a través de una fórmula de colaboración con la empresa privada y estamos creando filiales en Etiopía, Uganda y Ghana", explica Nyandoro, uno de los conferenciantes que participa en las jornadas que finalizarán hoy en Sevilla. La compañía surafricana está trabajando también en el reciclaje del agua.

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En Omán, un país con un gran desierto central situado en la península Arábiga y con tres millones de habitantes, tienen cuatro plantas desalinizadoras desde 1972 y, en breve, dispondrán de otra que está actualmente en construcción.

"El Gobierno sólo es responsable de mantener la infraestructura para la canalización del agua, pero las plantas están en manos privadas", aclaró ayer Ali Abdullah Mohamed Al-Shueili, miembro de la Dirección General del Agua de Omán. "Actualmente, el 40% del agua que se consume en el país procede del subsuelo y nuestra intención es ir sustituyéndola por agua de plantas desalinizadoras", añade Al-Shueili.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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