Artaud alucina con Hitler
Martin Wuttke encarna en el Lliure al creador francés en un delirio con el dictador Barcelona
¿Se encontró realmente Antonin Artaud, el desmesurado, metafísico y marcado por la locura escritor, actor y dramaturgo francés, padre del teatro de la crueldad, con Adolf Hitler, en el Romanisches Café de Berlín en mayo de 1932? No es imposible. Artaud trabajaba como actor por aquellas fechas en la capital alemana en el rodaje de Coup de feu a l'aube, un filme de gánsters, y frecuentaba el Romanisches, por el que está acreditado que Hitler pasaba.
Lo que sí que es absolutamente cierto es el hecho del que parte el interesantísmo espectáculo del Berliner Ensemble Artaud erinnnert sich an Hitler un das Romanische Café (Artaud se acuerda de Hitler y del Romanische Café), un monólogo de Martin Wuttke, uno de los mejores actores alemanes de la actualidad, que recala hoy y mañana en el Teatre Lliure: que Artaud escribió una carta en septiembre de 1939 para Hitler desde el manicomio de Ville-Évrard, en la banlieu sudeste de París, y en esa carta, encabezada por un desconcertante "Cher Monsieur", le recordaba el encuentro. Era, francamente, la misiva de un lunático, con frases como "Levanto hoy, Hitler, las barreras que había puesto" (entonces), y una sorprendente despedida, "Je suis vôtre" que hace pensar en Artaud como un Renfield francés. Es cierto que en otros textos de Artaud Hitler aparece como uno de los "Iniciados" que, en la mente perturbada, paranoica, del escritor, fomentaban ataques contra él. Y de hecho en la carta, un post-scriptum indica: "Bien entendido esto es apenas una invitación: esto es sobre todo una advertencia (...) Je me garde. Gardez-vous!". La carta, que incluía unos extraños signos de protección, de aspecto cabalístico (comunes en las otras misivas de Artaud del mismo periodo), rotos y quemaduras e iba en un sobre con las señas "Hitler, Chancelier du Reich, Allemagne", nunca llegó, por supuesto, a Hitler.
A partir de la carta, el autor alemán Tom Peuckert escribió el monólogo, en verso, que interpreta en el Lliure Wuttke, un monólogo tragicómico en el que Artaud, en el psiquiátrico de Rodez, en el que estuvo internado de 1943 a 1946, alucina (¿acaso en un rebrote del peyote de los Tarahumaras o a causa de los electroshocks?) sobre el encuentro con Hitler. Cree que está en el Romanische, ante Hitler. Y habla, con el futuro führer de silencioso testigo devuelto a su vieja condición de pintor bohemio, de las dificultades del artista, de las decepciones que le han provocado el arte y el teatro en particular, un género de "palabrería pequeñoburguesa" cuando él, Artaud, predica un teatro de la grandeza, el sacrificio, el dolor y la santidad. "En el texto, Artaud revive el episodio como una conversación entre colegas", explica Wuttke, un hombre de fortísima personalidad, ex cantante de rock, que se diría salido de una película de Wenders y que tiene una voz que parece brotar de un pozo. "Encuentra inicialmente en Hitler un interlocutor que le interesa, el tipo más surrealista del mundo, pero acaba decepcionado". La pieza se plantea como una sátira sobre el teatro psicológico burgués.
En el montaje, de poco más de una hora, Artaud/Wuttke está encerrado en una habitación con un cristal -que permite que el público le vea pero que a él lo refleja-, mezcla de psiquiátrico, celda de interrogatorios y terrario. La imagen que le devuelve el cristal, su doble, es para el personaje el propio Hitler.
"La figura de Hitler tiene una gran capacidad de fascinación, es una de nuestras principales exportaciones, junto con la Stasi", deplora con humor Wuttke. "En la obra, Artaud desmonta esta apariencia mística de Hitler y con ella el mito de Hitler". Wuttke ha encontrado apasionante interpretar la pieza, dirigida por Paul Plamper, después de protagonizar La irresistible ascensión de Arturo Ui, de Brecht.
El actor, que va a seguir trabajando con Artaud, admira su implicación en todo lo que hacía: "Se convirtió a sí mismo en obra de arte".
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