Un tobogán contra las excavadoras
Vecinos de Russafa defienden el parque del barrio que el Ayuntamiento pretende levantar para construir un aparcamiento
Los 25.000 vecinos del barrio de Russafa, en Valencia, apenas pueden disfrutar de la sombra de los 154 árboles que se concentran en el parque Manuel Granero, a dos pasos de la Pantera Rosa. El parque está encajonado entre edificios de nueve plantas, pero es el único del barrio. El único rincón que admite dos columpios, un pequeño estanque, un par de rampas para patinar o lanzarse en bicicleta sin riesgo de topar con un autobús y un prado de arena para ensuciarse a conciencia.
Los árboles han cobrado cuerpo desde que fueron plantado hace 20 años y forman un bosquecillo muy agradecido en un barrio cuadrangular donde prima el asfalto y los chaflanes ofrecen el escaso suelo disponible para el esparcimiento de los pequeños.
Decenas de vecinos de Russafa menores de diez años, acompañados por sus padres o abuelos, tomaron ayer el parque Manuel Granero. Unos cargaban en andas un pequeño tobogán herido. Otros, vestidos de vagones, formaban un trenet. Fofó amenizaba la fiesta desde unos grandes altavoces. Sobre patines, representaban el Circ de les Promeses, una iniciativa vecinal para recordar los olvidos que sufren los vecinos de Russafa y, sobre todo, para denunciar el proyecto municipal que pretende desmantelar el parque de Manuel Granero para construir un aparcamiento subterráneo.
El Ayuntamiento de Valencia pretende arrancar los árboles, levantar los dos columpios y llenar el parque de excavadoras. El proyecto prevé que, una vez acabadas las obras, se plante un jardín minimalista sobre un escaso sustrato de metro y medio de tierra, según denuncian los vecinos.
Una docena de árboles andantes calentaban el pasacalle que cerró la mañana reivindicativa en Russafa.
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