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La campaña francesa baja a las cloacas

Los socialistas denuncian el robo del ordenador de la principal asesora de Ségolène Royal

La campaña electoral francesa ha entrado en una fase espesa, que transcurre en parte por las alcantarillas, en la que entran los que hurgan en las hemerotecas y desempolvan carpetas del registro civil, y los fontaneros que roban ordenadores o interfieren las comunicaciones. Resurgen los escándalos y denuncias olvidadas. El asunto de las supuestas rebajas de las que se benefició el candidato conservador Nicolas Sarkozy cuando se compró su dúplex en Neully-sur-Seine, la rica localidad de la periferia parisiense de la que fue alcalde durante casi 20 años, se niega a morir, pese a los desmentidos del ministro del Interior y la escasa atención que se presta al asunto desde el campo de su rival socialista.

El Frente Nacional dio un cheque a un alcalde para que respalde la candidatura de Le Pen

Ayer, el diario Libération, haciéndose eco de una sospecha generalizada que quedó en el aire cuando los candidatos se vieron obligados a hacer pública su declaración de impuestos, concretamente el montante del llamado impuesto sobre la fortuna (ISF), señalaba la incongruencia de que Sarkozy hubiera pagado cerca de 2.000 euros por este concepto en 2006, pero ni un céntimo el año anterior. Esta cantidad corresponde a un patrimonio de unos dos millones de euros, más o menos la suma que Sarkozy y su mujer, Cecilia, cobraron por la venta del citado apartamento. ¿En cuánto lo habían valorado los años anteriores?, se preguntan en el rotativo.

Pero en el Partido Socialista no recogen el guante porque, entre otras cosas, Libération se adelanta a señalar que la famosa residencia secundaria propiedad de la pareja formada por François Holande, líder del partido, y Ségolène Royal, candidata presidencial, en la localidad de Mougins, en la Costa Azul, con un jardín de 1.500 metros cuadrados, fue valorada el año pasado en tan sólo 270.000 euros, una cifra que hace sonreír a los agentes inmobiliarios de Francia.

Los socialistas prefieren hablar de los "episodios extraños" que han afectado a miembros del equipo de campaña de Ségolène Royal. Concretamente, "robos" en el domicilio de la candidata y de su compañero y primer secretario del PS, así como en el de la principal consejera política de Royal, Sophie Bouchner-Petersen, de donde se llevaron un ordenador personal. Llueve sobre mojado en la parisiense calle de Solferino, sede del PS. "Hasta aquí hemos llegado", dijo ayer el ex ministro Jack Lang, en su condición de portavoz. El ex ministro socialista recordó también que hace dos semanas se descubrió que los servicios de información de la policía -dependientes directamente del ministro del Interior, Nicolas Sarkozy- habían realizado "controles ilegales" sobre otro de los asesores de Royal, Bruno Rebelle. Y se preguntó en voz alta: "¿Se trata de hechos aislados sin relación los unos con los otros?, ¿de maniobras articuladas desde tal o cuál oficina?, ¿corresponden a una voluntad política?". A todo esto, Royal y Sarkozy prefieren no hablar de estos asuntos en sus mítines. No sucede lo mismo con otro político en liza en los sondeos, que ya fue finalista frente a Jacques Chirac hace cinco años, el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, cuyo principal problema sigue siendo conseguir las 500 firmas de alcaldes que apadrinen su candidatura. Y ahí vale todo. Ayer, Roger Lechevalier, alcalde del pequeño pueblo de Saint-Pierre-d'Arthéglise, denunció haber recibido un cheque por 1.000 euros a cambio de su firma, que le fue entregado por un representante del Frente Nacional. Algo que este último reconoce, pero niega que fuera por la firma de padrinazgo.

El plazo para la presentación de las firmas, sin las cuales no se consigue la condición de candidato, acaba el 16 de marzo. Ayer, Le Pen aseguró contar con 400 y denunció que un centenar de alcaldes que le habían prometido su apoyo decidieron finalmente no firmar. La culpa, según el líder del FN, la tienen las presiones que ejercen, no sólo los grandes partidos, sino el candidato soberanista Philippe de Villiers, que coteja a sus votantes y pretende impedirle que se presente.

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Los últimos sondeos señalan una ligera remontada de Sarkozy. Ipsos da ganador al líder conservador frente a Royal, en una eventual segunda vuelta, por un 53,5% contra un 46,5%.

La candidata socialista, Ségolène Royal, saluda a sus partidarios ayer en Mont de Marsan.
La candidata socialista, Ségolène Royal, saluda a sus partidarios ayer en Mont de Marsan.REUTERS

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