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Reportaje:

Duato vuelve como un ángel caído

El coreógrafo se alía con el polémico director Tomaz Pandur para bailar en el Teatro Real

Ésta es la historia de un bailarín descalzo que se convierte en ángel. Y entonces se le antoja ser mortal y vivir entre los hombres.

Nacho Duato y el director teatral esloveno Tomaz Pandur hacen posible esta transformación en Alas, el nuevo espectáculo entre danza y teatro que se estrena hoy en el Real (www.teatro-real.com) y se representa los días 3, 4, 6 y 7 de marzo. [El domingo 4 quienes compren una entrada recibirán otra para su acompañante si es menor de 26 años].

La coreografía se inspira en El cielo sobre Berlín de Wim Wenders, con guiños cinematográficos como la torre desde la que se contempla la ciudad o escenas en la biblioteca con periódicos. En Alas, los bailarines hacen un esfuerzo dramático añadido bajo las indicaciones de Pandur: se mueven con gestos desafiantes que recuerdan su Inferno y Cien minutos, donde todo era provocación escénica y estética.

En el espectáculo 'Alas', el bailarín recita por primera vez pequeños monólogos

"He estado ausente suficiente tiempo. Fuera suficiente tiempo. Quiero formar parte de la historia de este mundo", susurra Duato en un fragmento del guión de Peter Handke para la película, cuyo ambiente emocional impactó mucho en la Europa de los años ochenta.

Como el ángel caído que interpreta, Duato regresa al escenario y por primera vez recita pequeños monólogos. "El teatro de Pandur está muy cercano a la danza, usa mucho sobre el escenario el cuerpo del actor, ha sido todo muy fácil porque en el fondo hablamos el mismo idioma", apunta el coreógrafo valenciano.

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Detrás del espectáculo se esconden horas de entrenamiento en las salas de la Compañía Nacional de Danza: repiten cada movimiento frente al espejo, aunque al final se resienten los tobillos y los bailarines disimulan gestos de dolor. Sólo se permiten un breve descanso entre ensayos y algunos salen a fumar o toman un café, mientras protegen los pies con calcetines multicolores o zapatillas polares que arrastran por el suelo.

"¿Comenzamos el ensayo?", sugiere Duato, y se sienta descalzo junto a Pandur y otros dos coordinadores que observan todo el ensayo con bolígrafo y papel en la mano. Las correcciones llegarán al final. Sobre el escenario, las parejas se persiguen hasta fundirse en una coreografía cargada de sensualidad y erotismo.

"Duato es un gran escultor y tengo claro que hoy en el mundo no hay nadie que baile los pensamientos como él", apunta Pandur, que una vez más vuelve a una de sus obsesiones: la trascendencia del hombre más allá de la muerte. Tema que ha tocado en anteriores montajes suyos: "No sé por qué, pero es así, desde jovencito me atrae ese ámbito seudorreligioso de la condición humana, es una búsqueda de experiencias espirituales..., la verdad es que no busco las soluciones más fáciles del consciente, sino del subconsciente, y cuando entro en ese territorio es como hacer un viaje astral", afirma el director.

Pandur sostiene que el lenguaje del teatro también está lleno de estereotipos: "He decidido romperlos y a la hora de buscar inspiración la he encontrado en Duato, con el que desde el punto de vista escénico tengo muchos aspectos afines. Hemos tratado de mezclar el lenguaje teatral con todos los elementos que hemos tenido a mano". Uno de esos elementos ha sido el propio Duato, que no baila desde hace años, pero hace una excepción. "Lo de bailar fue idea de Pandur, y lo cierto es que bailo menos que hace años y me expreso menos, pero bailo y lo disfruto", afirma el coreógrafo.

¿Cómo muere un ángel? Los dos creadores lo conciben convulsionando sobre el agua, vehículo de los cuerpos en acción. En los minutos finales, el escenario del Real se inunda y toda la compañía improvisa sobre el espacio líquido... Música, danza y agua para los últimos estertores antes de convertirse en mortal.

Nacho Duato, en un ensayo de su nuevo espectáculo.
Nacho Duato, en un ensayo de su nuevo espectáculo.CRISTÓBAL MANUEL

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