El juicio a su ex marido por su asesinato revela el calvario de una mujer maltratada
"Susana Aguirre vivió callada, presa del miedo. Habló una vez muerta. Los golpes en su cuerpo hablaron". Lo dijo ayer Rosa Guiralt, fiscal delegada de violencia doméstica y encargada de la acusación pública contra Francisco José Mínguez, ante la sección primera de la Audiencia de Valencia. La Fiscalía pide 50 años para Mínguez por el asesinato de su mujer, Susana Aguirre. El procesado mantuvo ayer su inocencia.
Susana Aguirre tuvo una relación con Francisco José Mínguez, Paco, de 14 años, once de ellos como matrimonio. Constan problemas en la pareja desde 1999. Esos problemas, según las acusaciones y varios testigos, pasaron de las discusiones a la agresión. Susana, que tenía 44 años cuando murió, empezó en 2004 a pedir bajas laborales. Primero intermitentes. Después, constantes y prolongadas. Llegó a estar más de un año apartada del trabajo por depresión. Pero las moraduras y su deterioro físico alertaban de que sufría algo más que una depresión. Lo vieron sus compañeros de trabajo y los vecinos.
Susana pidió ayuda varias veces. La primera, en agosto de 2004, a su ex cuñada, que ayer explicó que el estado de deterioro en el que la encontró cuando acudió a ella era lamentable. Relató que sabía que él la echaba de casa, que la dejaba sin llaves, sin dinero, que discutían, que le pegaba, que ella bebía. Decidió avisar a la familia de Susana en Madrid y estos se hicieron cargo. Susana no denunció. Estuvo un mes en Madrid. Él no dejó de llamarla y ella volvió. En noviembre, se repitió la escena. Su familia de Madrid la convenció para que denunciara. Un juez de Alcobendas abrió diligencias y dictó orden de protección para ella y de alejamiento contra él. Fue a un centro de mujeres. Él volvió a conseguir que regresara a Valencia.
"Abráceme"
El 2 de enero de 2005, después de dos días encerrada en casa tras una discusión, llamó a su familia, que avisó a la Policía Local de Valencia y varios agentes acudieron al domicilio. Ayer explicaron que encontraron a una mujer aterrorizada, absolutamente deteriorada, una mujer que en un momento dado le dijo a un agente: "Abráceme, por favor". Hubo otra denuncia. Él la volvió a convencer. Retiró la denuncia. Escribió una nota diciendo que acusó a su marido porque estaba bebida, que los golpes eran por caídas, que la trataba bien. Y el caso se archivó.
El 20 de marzo de 2006 la pareja estuvo en varios bares. Las acusaciones, con el soporte de forenses y periciales, aseguran que Francisco José le pegó una mortal paliza, patadas y puñetazos en la espalda, en los riñones, en las costillas. Luego, aún viva, la llevó a la cama. Susana agonizó durante dos horas. Él, de madrugada, incendió el colchón, probablemente con un acelerante, y la dejó carbonizada. Pero pretendió que ese hecho pasara como un suicidio consecuencia de ver cómo su mujer había muerto de una caída que había tenido en la cocina por lo bebida que estaba. Nadie, excepto su defensa, dio ayer crédito a esa versión.
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