Seguridad vanguardista
El CR-V tiene una línea original y detalles innovadores, como el freno de mano o el retrovisor para vigilar a los niños, que va pegado al portagafas. Sorprende el equipo de serie, sobre todo en el acabado Innova, porque incluye avances en seguridad opcionales en las mejores berlinas de lujo, como el control de velocidad ACC, que mantiene la distancia con el coche de delante, el sistema CMBS de prevención de impactos, que avisa, frena solo y tensa los cinturones al detectar riesgo de accidente, y los faros activos, que giran en las curvas. Además es cómodo y hace sentirse a gusto, porque los mandos quedan a mano y tiene un tacto suave que exige el mínimo esfuerzo.
Un turbodiésel de bajo consumo
El CR-V monta el moderno motor 2.2 i-CTDI turbodiésel de Honda, que rinde 140 CV y va acoplado a un cambio manual de seis marchas bien escalonado. Responde con fuerza desde 1.500 vueltas, se estira con alegría por encima de las 4.000 y ofrece unas prestaciones brillantes, tanto en ciudad como en carretera. Y tiene nervio para adelantar, no se queda en las subidas y permite mantener buenos ritmos de crucero con soltura sin tener que reducir. En cambio, en el CR-V no está tan bien aislado como en otros Honda: vibra un poco y es más ruidoso de lo habitual.
Otra virtud es el consumo, porque, a pesar del tamaño y de la mala aerodinámica de los 4×4, puede gastar menos de ocho litros en conducción tranquila y apenas pasa de nueve en ciudad y estirando las marchas.
Tracción 4×4 para carretera
La tracción 4×4 del CR-V está más pensada para asfalto que para el campo. Normalmente circula en tracción delantera para evitar rozamientos y reducir el consumo, pero en cuanto detecta pérdidas de agarre pasa más potencia al eje trasero para recuperar el equilibrio ideal. El sistema es sencillo y no lleva reductora ni bloqueo del diferencial, lo que limita el uso fuera del asfalto a los caminos de tierra, porque no está pensado para más complicaciones.
El CR-V monta unas suspensiones independientes de recorridos amplios y con amortiguación de gas. Y tiene un centro de gravedad más bajo de lo habitual en estos coches, para primar el comportamiento en carretera y reducir los balanceos. El resultado es un buen compromiso entre estabilidad y confort que permite viajar con comodidad y aplomo, absorbiendo bien los baches, incluso en el campo. Pero, a pesar de tener una dirección lenta, que exige girar el volante más de lo deseable, el tacto y reacciones son más propios de un turismo, se agarra bien en las curvas y no acusa en exceso las inercias laterales.
Por lo demás, frena bien, y tanto el control de estabilidad como el control de crucero adaptativo y el sistema de prevención de impactos, todos de serie, aportan una protección excelente que convierte al CR-V en uno de los coches más seguros del mercado.
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