De Anuntzibai a Itxina
El acceso a Orozko le llega al forastero a través de un paso con solera, un puente histórico, el de Anuntzibai, quizá el segundo más interesante de Vizcaya después del de Balmaseda. La consideración durante siglos de este barrio como el acceso principal al valle vizcaíno llevó a su puente a ser motivo de conflicto en la Edad Media entre las familias vecinas que querían controlar el paso. Hay certeza documental de que ya se cobraba el paso en el puente medieval, un peaje que se mantuvo durante cientos de años.
El puente que cruza actualmente el río Altube fue también sinónimo de poder, como bien refleja su historia. Lo construyó en 1741 Martín de Larrea por encargo del marqués de Falces, y ya en 1754 los señores de Anuncibay establecían un canon a los vecinos de las casas de Usia de 1.200 reales al año "para que desde oi, dia de la fecha, en adelante perpetuamente, para siempre xamas, pueda usar y pasar sin ympedimento ni embarazo por el nominado puente nuevo".
Existe certeza documental de que ya se cobraba el paso en el antiguo puente medieval
No en vano, la obra le había salido por un ojo de la cara al citado marqués, quien se había propuesto construir un puente al estilo de los de la época, entre barroco y clasicista, casi sin alomado ni torres defensivas, con rampas y caminos amplios a las márgenes del río y con una decoración que reflejara la categoría del impulsor. De este modo, señala José Antonio Villasante en su reseña para la obra Monumentos de Vizcaya, "lo más destacado son sus elementos decorativos, centrados en el arco triunfal que se levanta al finalizar el puente en la margen derecha, tipología bastante extendida en España, con antecedentes ilustres como el Puente Romano de Alcántara y que en Vizcaya sólo tiene una cierta similitud tipológica en el puente medieval de Balmaseda".
El puente no era una construcción aislada en la población, además de la torre defensiva correspondiente. Si algo dio importancia a este barrio fue que se ofrecía como buen ejemplo de la estructura urbana torre-puente-ferrería-presa y, por supuesto, ermita, la solución imprescindible desde la construcción de las ferrerías hidráulicas (en Vizcaya, hacia el siglo XIII). El aprovechamiento del agua para actividades industriales supuso la roturación del fondo de los valles, de las zonas más cercanas a los ríos, y conllevó la construcción de las desviaciones de caudales, presas, puentes y caminos necesarios para el transporte del mineral, el carbón y el hierro elaborado.
Hasta entonces, los vecinos de Orozko habían optado por las alturas. Destaca entre los barrios altos el de Zufiaur, a la orilla del Arnauri, el otro río que recorre este valle a la sombra del Gorbea. Estamos ya en terrenos sombríos, poco productivos para una cultura basada en el pastoreo y una agricultura previa al descubrimiento de América. Como refleja la ubicación de las parroquias más antiguas, los pobladores de estas vaguadas preferían la media altura, siempre a 40 o 50 metros por encima del río más próximo. Y más si se tiene en cuenta que a Orozko no les faltaban montañas repletas de pastos para sus animales y de leyendas.
En el extremo opuesto al civilizado y racional puente de Anuntzibai aparecen las peñas de Itxina y de Gorbea, fuente de innumerables leyendas que tuvieron sus momentos de auge con la instalación de las primeras ferrerías hidráulicas. Hasta las cuevas que guardan estas montañas subían los ferrones para pedir ayuda a la Dama de Amboto en la puesta en marcha de sus talleres.
Quizá uno de los que mejor han sabido contar este contraste entre las peñas y los prados sitos un poco más abajo haya sido el historiador del XVIII Juan Delmas, cuando describe el entorno de la cueva de Sopelegor en Gorbea: "El aspecto que presentan estos descarnados picos y hondonadas al lado de la feracidad de las pequeñas planicies que, a su inmediación, se extienden cubiertas de seculares tejos y encinas, de enormes hayas y robles y de plantas medicinales, y el inmenso panorama que se descorre a la vista, forman un contraste difícil de describir, pero admirable por su grandiosidad y belleza".
Entre el puente de Anuntzibai y las peñas del Gorbea, toda la historia de la Humanidad se recorre en el valle de Orozko, como bien refleja la segunda localidad del valle, Ibarra, donde se encuentra otro de los conjuntos urbanos más interesantes de un municipio salpicado de caseríos. Allí, el puente medieval, el palacio, el convento (en este caso, de las Mercedarias, del siglo XVI), el molino y varios inmuebles neoclásicos forman un enclave que muestra la importancia del valle en las relaciones comerciales y agrícolas del País Vasco durante siglos.
Hacia Urigoiti
Cómo llegar: El valle vizcaíno de Orozko se encuentra a la orilla de la autopista A-68 y a la sombra de la vertiente noreste del Gorbea. Los interesados en llegar hasta él pueden hacerlo, además de por la autopista, desde la carretera que une Bilbao y Vitoria por el puerto de Altube.
Alojamiento: Orozko cuenta con tres casas de agroturismo: Albitzuko borda (tel. 94 4667442 / 607 900796), Etxeluzea (94 6610171 / 609 400075) y Garai (94 6330506).
Comer: Txomin (94 6610153), Arrugaeta (94 6610001), Uribiarte (94 6610301), Iza (94 6610003) o Batzoki (94 6330682).
Actividades: Zubiaur, el núcleo central del valle, supone un buen punto de partida para ascender hasta Urigoiti, a la orilla del Arnauri, en un paseo en automóvil que sirve como aperitivo para quien desde este barrio se quiera adentrar en el macizo del Gorbea, después de contemplar la inmensa mole de Itxina. Entre ambos barrios, más de una docena de hitos que bien merecen una parada. Y, ya enfilando el Gorbea, no hay que dejar de pasar por Atxulaur, el ojo de entrada a Itxina, visitar la cueva de Supelegor, o la nevera de Orozko, neberabaltza, sobrecogedora con sus 18 metros de profundidad.
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