Al Madrid también le falla el físico
Tras un buen inicio, el equipo se funde ante un Bayern enérgico sin que Capello aproveche todos los cambios
El día que Capello apostó por lo más sutil de su plantilla, el Madrid pagó caro su falta de oxígeno. Tras un primer tiempo muy prometedor, el equipo se dejó atropellar por un Bayern raquítico, sin un gramo de fútbol, al que le bastó su energía para complicar la eliminatoria al Madrid. Mediado el segundo acto, el grupo de Capello se quedó fundido, y con un repertorio de pelotazos su rival asaltó el rancho de Casillas. Todo bajo la complaciente mirada del técnico italiano, que no buscó aire en el banquillo con un tercer relevo. Asfixiado el equipo, Capello ni se inmutó, y dejó planchaditos en la banda a Salgado, Emerson, Mejía y Reyes. Ahora, por su ofuscación, el Madrid tendrá un angustioso viaje a Múnich.
REAL MADRID 3 - BAYERN MÚNICH 2
Real Madrid: Casillas; Torres, Helguera, Cannavaro, Roberto Carlos (Raúl Bravo, m. 58); Gago, Guti; Beckham, Higuaín (Robinho, m. 52), Raúl; y Van Nistelrooy. No utilizados: Diego López; Salgado, Emerson, Reyes y Mejía.
Bayern: Kahn; Sagnol, Lucio, Van Buyten, Lahm; Van Bommel, Hargreaves, Demichelis (Salihamidzic, m. 46), Schweinsteiger (Scholl, m. 78); Makaay y Podolski (Pizarro, m. 60). No utilizados: Rensing; Görlitz, Ottl y Santa Cruz.
Goles: 1-0. M. 8. Raúl, a pase de Van Nistelrooy. 1-1. M. 23. Lucio, de cabeza, a saque de falta. 2-1. M. 28. Helguera cabecea un córner y Raúl remacha. 3-1. M. 34. Helguera peina una falta y Van Nistelrooy remata solo. 3-2. M. 86. Van Bommel.
Árbitro: Frank de Bleeckere (belga). Amonestó a Demichelis, Schweinsteiger y Hargreaves.
Unos 70.000 espectadores en el Bernabéu.
Capello, en su atronador paso por el Madrid, ha demostrado una sabia cualidad que se le desconocía: se deja aconsejar. Quizá porque haya tirado la toalla o porque esté convencido de que ha perdido la brújula. Lo mismo da. Frente al Bayern alistó a los mejores jugadores posibles. Nadie sintió nostalgia por Emerson o Reyes, por ejemplo. En cambio, la gente agradeció que su entrenador consintiera dar el mando a Gago y Guti, inequívoca señal de que el equipo podía gobernar el encuentro.
Hay cuestiones que requieren tiempo. Y no es fácil que de un día para otro un equipo pueda cambiar el manual al que lleva meses habituado. En algunas fases del partido al Madrid le faltó mayor control, por su capellista tendencia a estirar la manta hacia Casillas cuando le favorece el resultado. Lo hizo tras unos brillantes primeros minutos en los que Raúl, casi siempre impecable en su versión europea, dejó sentado a Kahn tras un gran pase de Van Nistelrooy. Con el viento a favor, el Madrid concedió al Bayern terreno suficiente para que explotara su única veta, el juego aéreo. Históricamente el Bayern siempre ha tenido un pelotón de chicarrones con una pesada carrocería. Y ahora es lo único que le distingue. Para bien y para mal.
En ataque acertó Lucio con un cabezazo al que le invitó Cannavaro, que le perdió de vista. El tanto no redimió a Lucio, tan espantoso en defensa como su compañero Van Buyten. Dos defensas con plomo en la cintura que se riñen entre sí y se manejan con una torpeza extraordinaria. Y por delante de ellos, cuatro centuriones sin tacto alguno en los pies, tacos afilados y cuya única propuesta es producir ese juego inflamado en el que siempre se acunó el fútbol alemán.
El actual equipo muniqués es una mala caricatura de cualquier otro Bayern. Sus defensas no tienen techo, pero son estatuas. Así entregaron los dos siguientes goles. Dos golpeos de Beckham, muy productivo durante el primer tiempo, y Helguera se llevó por delante a todas las tanquetas del Bayern. Del ímpetu del central cántabro se aprovecharon Raúl y Van Nistelrooy, muy pillos ante las narices de Kahn, un jubilado que en noches lluviosas, como la de ayer en Madrid, se previene de un catarro bajo el larguero.
El Madrid lleva un curso tan extraviado que con un 3-1 tira confetis. Tan confundido y desconfiado está el equipo que con todo a favor para sepultar al Bayern, primero se tapó con exceso y luego se desplomó. Gago, Guti y Beckham no podían achicar agua, y con Robinho dimitido el equipo se quedó sin salida, sostenido por Casillas, al que se le multiplicó el tajo. El brasileño fue incapaz de cumplir con el papel que requería el choque: desmarques, unas cuantas carreritas por un costado y otro, y hacer cosquillas a los defensas contrarios. Nada de nada. Robinho, que lleva meses a la deriva, salió muy mal parado del partido.
Lo mismo que Capello, que por una vez en toda la temporada tuvo motivos de sobra para dar vuelo a Emerson. Agotado como estaba el equipo, el ex juventino podría haber metido el pico y la pala y ejercer un rato de aguador. Pero esta vez el técnico le perdió de vista, quien sabe si intencionadamente o no. Capello también pudo echar el lazo a Mejía, para que metiera la escoba por delante de Cannavaro y Helguera. Pero tampoco. El Bayern empujaba con todo hasta que Van Bommel cazó un disparo al borde del área tras el despeje corto de un defensa madridista. Un azote considerable para el Madrid, que hacía tiempo que pedía la hora. El Bayern le retrató: sin fútbol y un guión firme a este equipo le falta fuelle. No tiene depósito. Está seco. Lo que también deja en entredicho a Capello, que siempre ha pasado por armar equipos con muchos latidos. Quizá también tenga que ver con su forma de gestionar la plantilla y sus continuos bandazos.
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