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El carnaval ganó a las normas contra el ruido

Las mediciones de madrugada en el fin de semana superaron los 100 decibelios

El bullicio de más de 200.000 personas disfrazadas con múltiples motivos y el ruido de las músicas que emitían decenas de altavoces a todo volumen demostraron este viernes y, sobre todo, este sábado que es imposible combinar la fiesta del Carnaval de Tenerife con el derecho al descanso de los vecinos que viven en la conocida zona del cuadrilátero, conformado por las calles de la zona centro de Santa Cruz de Tenerife.

El abogado que defiende los derechos de los residentes anunció ayer que este lunes se presentará ante el juzgado para solicitar, de nuevo, que no se superen los 55 decibelios a partir de las diez de la noche. Las mediciones efectuadas por la Policía Local de la capital entre las tres y las cuatro de la madrugada de ambas jornadas registraron entre los 104 y los 130 decibelios.

Ante el riesgo de actos vandálicos, la mayor parte de los edificios colgaron carteles en los que advertían que ningún vecino ni la comunidad de ese portal había respaldado la acción judicial. "Este simple gesto debería poner la cara colorada a los responsables municipales, por la amenaza social que padecen parte de sus vecinos, que realizan estas acciones por auténtico miedo", declaró Felipe Campos, el abogado que defiende a los residentes en la zona centro impulsores de una acción judicial, que cuenta con una sentencia favorable del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC).

Enfermeras con un músculo de más, bebés de 1,80 centímetros de altura y 90 kilos de peso, turistas, exploradores, náufragos con su palmera al hombro, indios, vaqueras, chinos, masáis, futbolistas, samuráis, obreros del tranvía y miles de personas que bailaban al son de estas discotecas y de las batucadas de las comparsas invadieron las calles de la ciudad desde las ocho de la tarde del pasado viernes.

Considerada como una de las fiestas populares más importantes de Europa, el Carnaval de Tenerife es el único lugar del mundo donde el pirata Jack Sparrow baila con Miss Peggy, mientras Charlot no les quita la vista de encima, y donde Fidel Castro pasea del brazo de Abraham Lincoln. Y todo, bajo el grito de guerra de la murga Ni Pico Ni Corto: "Chicharrero, chicharrero, chicharrero de corazón, sal a la calle y dale al tambor, que el carnaval ya llegó".

Hubo menciones a la polémica del ruido, como las brujas que alzaban un especial conjuro: "Abracadabra, pata de cabra, los decibelios los supero yo en la cama" y referencias a la polémica gala de Rafael Amargo, como la que hizo la murga ZZ, con una Belén Esteban bigotuda metida en una jaula o un canto que se contagió a cientos de espectadores: "Amargo el que no bote".

La sección rítmica de la comparsa Bahía Bahitiare, durante su actuación en Santa Cruz de Tenerife.
La sección rítmica de la comparsa Bahía Bahitiare, durante su actuación en Santa Cruz de Tenerife.EFE

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