El maquinista de la patronal
Gerardo Díaz Ferrán llega a la presidencia de la CEOE con el objetivo de mantener la paz social y el diálogo con los sindicatos
Gerardo Díaz Ferrán ocupará desde el próximo 1 de julio la presidencia de la gran patronal española. El nombramiento al frente de la CEOE del fundador de Trapsa supone la vuelta al modelo de empresario patrón, después de 23 años de mandato de José María Cuevas, que representa al ejecutivo gestor. Pero no significa necesariamente cambio, ya que el propio Cuevas le señaló con el dedo y allanó el camino a su sucesor. El que será el tercer presidente de la CEOE es un defensor acérrimo de los pactos, y tiene fama de hombre abierto y espontáneo. Este madrileño hecho a sí mismo hace suya también una de las máximas de Cuevas: "No destruir nunca los puentes de diálogo entre los agentes sociales".
Desembarca en su nuevo cargo con el cartel de ser un hombre llano, espabilado, espontáneo y hábil negociador que tendrá que confirmar
Tiene una relación muy estrecha con el candidato socialista a la alcaldía madrileña, Miguel Sebastián, y con la presidenta Esperanza Aguirre
Gerardo Díaz Ferrán, el hombre que desde el próximo 1 de julio ocupará la presidencia de la gran patronal, comenzó a los 12 años cobrando billetes en los autobuses de la empresa familiar en la periferia de Madrid. Lo combinaba con los estudios, pero aquella experiencia fue mucho mejor aprendizaje que la carrera de ingeniero industrial que haría después. En cuanto pudo, y eso fue en 1967, a los 25 años, fundó su propia empresa de transporte por carretera a la que bautizó con el nombre de Trapsa y a la que dotó con 25 millones de pesetas que le prestó su padre y 75 que avaló la familia de su amigo y socio (por ese orden) Gonzalo Pascual, con el que inició una aventura inquebrantable y fructífera. G y G -se les conoce por las iniciales de sus nombres- han aglutinado varios negocios relacionados con el transporte y el turismo en uno de los grupos más pujantes del sector.
El nombramiento del nuevo presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) supone la vuelta al modelo de empresario-patrón después de 23 años bajó la égida de José María Cuevas, que representa al ejecutivo-gestor. En cualquier caso, eso no significa cambio. Fue el propio Cuevas el que señaló con el dedo a su sucesor y allanó el camino para que no tuviera dificultades en llegar al cargo: propició una modificación de los estatutos para que sólo pudiera sustituirle uno de los 11 vicepresidentes si dimitía durante el mandato sin necesidad de elecciones. Así lo acaba de hacer un año después de ser elegido para su séptimo mandato, aunque posiblemente no esperaba que el presidente de la patronal andaluza, Santiago Herrero, también quisiese esa gloria ni que otro de los 11 (todo indica que José María Aguirre González, presidente de APD) no votase a su candidato.
Sus razones tendrán. La reducida oposición se confirmó al día siguiente. Díaz Ferrán fue ratificado por los órganos ejecutivos de la CEOE para tranquilidad de unos y desespero de otros. En círculos empresariales se temía que el PP estuviese minando las estructuras para extender la crispación política a la patronal y se terminase el clima de entendimiento que ha reinado durante años en las relaciones con los sindicatos y el Gobierno y del que Díaz Ferrán parece un exponente claro. Su objetivo es mantener la paz social y el diálogo entre los agentes sociales.
El que será el tercer presidente de la CEOE, tardó en descollar como dirigente público. Eso parecía cosa de su socio, Gonzalo Pascual, quien precisamente es uno de los 11 vicepresidentes que se sientan en la cúpula de la patronal en representación del sector turístico. Desde junio de 2002 preside la patronal madrileña CEIM y desde julio de ese año, la Cámara de Comercio de Madrid. En ambos puestos sustituyó a Fernando Fernández Tapias. Defensor acérrimo del pacto y de encontrar soluciones a todo, fue clave en el entendimiento entre la CEOE y el Consejo Superior de Cámaras, después de años de desencuentro y una vez que este organismo estuviera presidido por su íntimo amigo y compañero de carrera Javier Gómez Navarro.
Llega con el cartel, que tendrá que confirmar, de ser un hombre llano, de talante abierto, espabilado, espontáneo y hábil negociador, acostumbrado a llamar al pan, pan, y al vino, vino. De una tenacidad parecida a la de Cuevas. "Ha demostrado ser comprensivo y sabe que aplicar un código común le va a venir bien", afirma un sindicalista. "Va a interpretar bien las coyunturas políticas, quizá mejor que Cuevas", afirma otro, que añade: "Sabe que la ruptura nunca es buena". Precisamente, él lleva muy a gala una de las máximas que ha aprendido de Cuevas: "No destruir nunca definitivamente, pase lo que pase, los puentes de diálogo entre los agentes sociales". Es, asimismo, muy pragmático, una cualidad que traslada al terreno político. "Se lleva bien con el que esté en el poder", aseguran desde la cercanía.
Esos parecen los mandamientos de este madrileño, hijo de gallego y catalana. Es un hombre hecho a sí mismo, que hoy jalona su hoja de servicios con un largo rosario de cargos y al que le gusta cazar en su finca del sur de Madrid, esquiar y jugar al tenis y al mus. Es del Real Madrid, aunque no se le conocen apasionamientos por el fútbol.
Lleva con orgullo el origen humilde de su padre, que llegó andando desde su Galicia natal a la capital, donde logró prosperar en el sector que luego sería su catapulta empresarial. Irremediablemente soldado a Pascual, a partir de Trapsa, que se destacó con la implantación en Madrid de los microbuses hoy desaparecidos, crearon Trapsatur, Pullmantur, Hotetur, Tiempo Libre, Club de Vacaciones, Vie Viajes, entre otras. Lo suficiente para ganar músculo y decidirse a conquistar mundos. Quizá el paso definitivo fue la compra de Viajes Marsans al antiguo INI en 1985. Y de ahí el salto a los aires: constituyeron la compañía aérea Spanair con el grupo sueco SAS como socios y adquirieron Aerolíneas Argentinas, entonces en manos del Estado español.
En Marsans se reencontraron con su viejo compañero Javier Gómez Navarro, quien estaría con ellos hasta que fue nombrado director general de Deportes. Luego les echaría una mano muy activa para salvar los problemas que tuvieron en Argentina por las tarifas aéreas. El ex ministro socialista y hoy presidente de las Cámaras de Comercio, además de mediar directamente con las autoridades del país suramericano, facilitaría el acceso a La Moncloa, donde Miguel Sebastián, entonces jefe de la Oficina Económica del presidente del Gobierno, fue la pieza clave para solucionar el conflicto. Desde entonces, la relación con el actual candidato socialista a la alcaldía de su ciudad es muy estrecha. Todo lo contrario de la que mantiene con el regidor, Alberto Ruiz Gallardón. No así con la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, a quien defiende siempre que puede. No sería de extrañar que su caso en los próximos comicios sea uno de los ejemplos de votos cruzados.
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