La condena, truco del almendruco
Ya son tres los acusados que sólo han respondido a las preguntas de sus abogados: Rabei Osman, Youssef Belhadj y Hassan El Haski. El cuarto, Jamal Zougam, es el primero que ha prestado declaración ante la fiscal y las acusaciones.
El patrón seguido en las cuatro declaraciones ha sido diseñado durante el juicio de la célula de Al Qaeda que condenó a Abu Dahdah y otros 17 acusados el 26 de septiembre de 2005.
La yihad, muy lejos de ser el terrorismo islamista radical, es esfuerzo. "En el Corán hay 420 párrafos donde se pronuncia la palabra yihad. Lingüísticamente, todos lo sabemos, es hacer esfuerzo... Mi concepto de yihad es defensa. Se hace con fuerza, con armas, con todo. Aunque defiendes no puedes matar niños y mujeres. Hay que defender, pero sin llegar a ese límite...", explicó Abu Dahdah. Y durante su último turno de palabra, condenó los atentados del 11-M, calificándolos de asesinatos. También dijo: "No hay célula española de Al Qaeda".
El Haski reaccionó ofendido por lo que llamó la "película" del medicamento contra las cucarachas y ETA
Siguiendo los pasos de Rabei Osman, los tres acusados condenaron ayer los atentados por los que están sentados en el banquillo. De la manera sumaria con que despachan el tema parece una fórmula. También calificaron la yihad como esfuerzo.
El primero en declarar ante su letrado fue Youssef Belhadj, quien negó todos los cargos y relaciones que se le imputan. Este hombre, quien según la fiscal Olga Sánchez es el personaje encapuchado que reivindicó el atentado del 11-M en el célebre vídeo, tiene testimonios en contra: el de su sobrino Mohamed Moussaten, procesado y también en el banquillo.
Belhadj explicó ayer a preguntas de su letrado que tenía una buena relación con sus sobrinos. Éstos declararon que él era miembro de Al Qaeda y que les adoctrinó en Bélgica para su causa. El acusado explica así esas declaraciones:
-Le amenazaron con que le iba a llevar a Marruecos, insultaron incluso a su madre. Si yo estuviera en su lugar, con 30 años, también hubiera actuado así.
En la sala, a espaldas de Belhadj, que está declarando ante el micrófono, se puede ver un rostro muy joven. Sus ojos transmiten miedo. Es Mohamed Moussaten. No está en el habitáculo de cristal sino en el lugar habilitado para los otros acusados, que gozan de libertad provisional.
El problema con lo que ha explicado Belhadj es que su sobrino Mohamed no sólo ha cantado ante la policía: ha mantenido su declaración ante el juez. Puede cambiarla, claro. No sería la primera vez que ocurre. Pero hay otras pruebas en la recámara de la fiscal.
En 2001, Belhadj se reunió en la mezquita de Leganés con sus sobrinos Brahim y Mohamed Moussaten, Abdelmajid Bouchar, Mohamed Afalah [huido y aparentemente muerto en Irak] y con su hermano Mimoun Belhadj -preso en Marruecos- para debatir sobre la yihad -el esfuerzo, como definió esta palabra ayer el acusado- y los encuentros se repitieron a finales de 2003. Afalah, hombre estrechamente vinculado a uno de los dirigentes que se suicidaron en Leganés, Allekema Lamari, visitó la residencia de Belhadj en Place de la Duchesse, 4, Bruselas, Bélgica, por esas fechas. Y en octubre de 2003, Abu Dujan Al Afgani o Abu Dujana, como se le conocía, cursó las instrucciones a Madrid para organizar el atentado el 11 de marzo de 2003. En febrero, viajó a Madrid, se reunió con la célula para repasar los detalles. El 19 de marzo fue detenido en Bélgica. En la memoria de la tarjeta SIM instalada en un terminal telefónico estaban entre otros los nombres de Abu Dujana.
El otro duro que ayer declaró fue Hassan El Haski, quizá hubo algo de verdad en lo que dijo. Fue cuando reaccionó ofendido por lo que llamó "la película" del medicamento contra las cucarachas y ETA -el caso del ácido bórico-. "Sí, una relación con ellos [los etarras] en el cielo". La frase es inquietante. La confusión entre ETA y terrorismo islámico le ha irritado.
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