El juicio del 11-M

Estoy de acuerdo con el PP en que se sepa lo que de veras pasó el 11-M. Que se sepa que el alineamiento de España con los otros dos principales países invasores de Irak, EE UU y Reino Unido, promovido por el ex presidente Aznar, puso a nuestro país en el punto de mira del terrorismo islamista. Que se sepa también que las "razones" dadas para esa política al margen del resto de la comunidad internacional, armas de destrucción masiva, relación de Sadam con Al Qaeda, etcétera, han resultado falsas.

Que se sepa que el entonces ministro de Interior Acebes, responsable máximo en la lucha antiterrorista, desestimó o no tuvo en cuenta las informaciones que los servicios de inteligencia del Estado iban recabando sobre la preparación de un atentado islamista. Y que se sepa que una vez sucedido el atentado y a pocas horas de las elecciones, tanto Aznar como Acebes intentaron por todos los medios que la ciudadanía no supiera con certeza que todos los indicios apuntaban a radicales islámicos.

Estoy con Rajoy: que se sepa de una vez lo que pasó. Como en la mayoría de asuntos de este mundo, el espacio de Opinión sobre el 11-M es muy estrecho; el resto mayoritario lo ocupan los hechos incuestionables.- Fernando Parra Supervía. Madrid.

Escribo para pedir un favor. Quizá los ejecutivos de las televisiones, de todas las televisiones, opinen que tres años son más que suficientes para que el olvido haya asentado plaza en nuestra familia.

Por eso, quizá por eso, repiten sin cesar, desde hace días, las terribles escenas del horror de los trenes deslavazados del 11-M. No se equivoquen. El Horror, con mayúscula, nunca se olvida. Llevamos casi tres años. Más de mil días, intentando olvidarlo. Alguna vez, de entre esos más de mil, lo hemos logrado.

Pero el Horror vuelve a aflorar. Se instaló. En nuestro olfato, en nuestras retinas. En esa angustia que tapona nuestra garganta cuando el tren, en el que conseguimos volver a subir, va y se detiene dentro de un oscuro túnel, y esperamos, sin éxito, la voz del conductor dándonos una razón para ello.

Esa retina que se cierra, esos oídos que se taponan, y esos ojos que se humedecen cuando vuelven a bombardearnos con imágenes y palabras.

Esa rabia dentro, muy dentro. Porque ustedes se empeñan en evitar que alguien de mi familia pase hoja y empiece una nueva página en la que no esté escrita la palabra Horror.- María José Retuerce Fernández. Fuenlabrada, Madrid