El regreso del arte a Santa María
El nuevo centro de arte flamenco de la Merced trata de recuperar las raíces musicales del barrio gaditano
En los recuerdos de la juventud de José García están muy presentes los arranques por bulería con su guitarra. Resonaban en aquellos años mozos en torno a su grupo de amigos, entre los que estaban el Niño del Parque, Pedrín García o el Lete, que se reunían en San Fernando (Cádiz) para darse unos cantes como principal afición, inspirados en los mejores momentos de Camarón.
José García, entonces tocaor, tiene ahora abandonada la guitarra pero acaba de encontrar un espacio para recuperarla: el centro de arte de la Merced, una nueva instalación cultural en el casco antiguo gaditano que trata de devolver las raíces artísticas a un barrio referente para el flamenco: el barrio de Santa María.
El centro de arte flamenco de la Merced es una vieja aspiración de aficionados y artistas en una ciudad donde se estaban perdiendo los referentes de esta música, donde las oportunidades para escuchar, ver o sentir flamenco eran escasas. "Falta una apuesta verdadera", cree el flamencólogo Jesús del Río, quien señala como una isla en el desierto los Jueves Flamencos que organiza cada verano la peña Enrique El Mellizo.
En las callejuelas del barrio de Santa María, donde la copla decía que hasta los chiquillos cantan por alegría, quedan como huella del arte que se crió entre sus casas numerosos letreros con los nombres de artistas nacidos allí. Callejuelas donde cultivaron la esencia flamenca la saga de los Mellizo, Chano Lobato, la Perla de Cádiz, La Niña del Columpio o, más recientemente, José Luis Figuereo, Selu, más conocido como El Barrio. En una de sus plazas más emblemáticas, la de la Merced, donde estaba el mercado de abastos, el Ayuntamiento, con la colaboración financiera de Unicaja, ha levantado esta nueva instalación cultural que es, a la vez, escenario y aula, oportunidad para enseñar y aprender.
La idea municipal es convertir el centro de la Merced en un nuevo lugar de congregación flamenca. Estará abierto al barrio para que sus seis aulas y sus casi 700 metros cuadrados de superficie útil sean aprovechados diariamente por profesionales y aficionados para sus ensayos, además de servir de sede para espectáculos de baile, toque y cante. "Santa María ha sido la cuna del flamenco de Cádiz. Ha pesado mucho la ubicación a la hora de pensar dónde establecíamos este centro. No queríamos que fuera un teatro cerrado sino abierto a todos los vecinos", destaca la gerente de la Fundación Municipal de Cultura, Vega López.
Seis aulas
Sillas de madera atadas con cuerdas son las butacas de este teatro especial. Eso permite moverlas en función del espectáculo. La programación prevista hasta abril incluye ensayos de coreografías de baile, lecciones magistrales de artistas consagrados, conferencias y talleres. Son los actos para el público. Sus seis aulas están abiertas para quien las reclame. A través de una solicitud escrita se puede pedir una de estas aulas para ensayos de baile, practicar con el grupo, reunirse en torno a una guitarra o dar unos cantes. Es ahí donde el centro se quiere abrir al barrio, a esa esencia flamenca latente que aguardaba un sitio para reavivarse.
El cuerpo de baile de Carmen Guerrero preparaba estos días allí su último espectáculo. Los responsables del centro limitan las solicitudes a una hora al día. De momento, la demanda no ha superado la oferta pero, en previsión a una rápida difusión, se establecerán criterios de selección que favorezcan la variedad y el equilibrio entre profesionales y aficionados.
La cantaora Mariana Cornejo se muestra "muy ilusionada" con la iniciativa. Está dispuesta a llevar su sabiduría a la Merced. "Un artista se tiene que hacer. Es un saber estar, sentarse en la silla, la compostura y eso lo da la experiencia", dice. El tocaor José García, de 54 años, acudió esta semana a una reunión de la cátedra de Flamencología de Cádiz en el interior del nuevo centro. Allí conoció la oportunidad de pedir aulas para actividades flamencas. Se le ocurrió entonces echar una solicitud y reunir a aquellos viejos amigos que, en sus años mozos, emulaban a Camarón. 30 años después el barrio de Santa María volverá a escuchar sus voces y sus toques por bulería.
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