LA CAMPAÑA
Fin de fiesta. Se acabó. Esta noche se apagan las luminarias de la campaña, y justo a los doce los expertos en la mercadotecnia mitinera se van a casa, como Cenicienta, con su tecnología portátil a quitarse el traje. Los políticos se dedicarán a reflexionar y, de paso, dejarán descansar a los militantes del abnegado papel de decorado viviente, esa hinchada entusiasta que se coloca sin protestar sombreros y pañuelitos, agita banderolas y aplaude a rabiar hasta un estornudo. Se acabó, pero por poco tiempo. Dos semanas antes del 27 de mayo (elecciones municipales) volveremos otra vez a la parafernalia de fervor y delirio.
A golpe de trompeta. El apasionamiento partidario produce situaciones sorprendentes. Los de Izquierda Unida de Espartinas (Sevilla) se han quejado formalmente de que el alcalde, del PP, se dedica a perseguirlos por el pueblo armado con la banda de música municipal para reventar sus actos. Según dicen los izquierdistas en un comunicado, el miércoles, mientras ellos se dedicaban a glosar las bondades del Estatuto en la plaza del Ayuntamiento, el citado alcalde mandó a la banda de Tambores y Cornetas en plan comando para que tocara sus piezas al lado de ellos. La nota explica también que la escena fue seguida "muy de cerca" por el alcalde apostado en su vehículo. Verídico.
Para no tener que madrugar. La caravana del PA decidió el miércoles, bien entrada la noche, poner rumbo a Algeciras para evitar madrugar al día siguiente (había programado un acto temprano). Pero el bus del no sufrió una avería, y estuvieron todos al relente en la cuneta hasta las cuatro de la madrugada. Pobres.
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