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Entrevista:SABIN EGILIOR | Documentalista

"Hay que escribir la historia pendiente para luego pasar página"

El periodista Sabin Egilior (Bilbao, 1968) trabajó durante tres años en el equipo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi que investigaba el paradero de los restos de los ciudadanos vascos fusilados y desaparecidos en la Guerra Civil. El contacto con los supervivientes y los familiares de las víctimas despertó en Egilior el interés por las páginas de la guerra civil que habían sido ignoradas por la historia oficial y acabó cuajando en el documental Tras un largo silencio, una película de 74 minutos de duración que rescata la memoria de las víctimas. "Son investigaciones y testimonios sobre la no historia de la guerra civil", explica Egilior. El próximo viernes Tras un largo silencio, producido por Basque Films, llega a los cines comerciales en el País Vasco y Navarra.

"Se trata de hablar de la memoria y construir una narración a través de los testigos, los recuerdos y los lugares"
"Lo único objetivo son los huesos, y el que escribe el relato de lo que ocurrió es el forense en el laboratorio. El forense es el historiador"

Pregunta. El mismo título del documental hace referencia a la larga espera para la recuperación de ciertas parcelas de la Guerra Civil. ¿Se ha perdido mucho con una espera tan larga?

Respuesta. Es tardísimo. En el documental se ve que quedan pocos testigos, que la memoria es vaga, que los recuerdos se van construyendo. Son historias que conoces a través de fuentes orales. Descubres que han permanecido dentro de las familias, con resignación, con dolor, y ahora tienen la oportunidad de socializarlo.

P. ¿Se han sentido reconfortadas con esta iniciativa?

R. Totalmente. Durante 70 años las familias no han realizado el duelo por el muerto. En muchos casos, son los nietos los que se rebelan para realizar el duelo de sus abuelos. La revisión de los últimos años está construyendo la memoria pendiente. Hay que escribir la historia pendiente para luego pasar página, y mirar la guerra de otra manera. El documental, el cine, es una herramienta importantísima para socializar el drama de estas familias. Se ven reconfortadas miles de personas que se identifican con las historias individuales.

P. ¿Por qué ha renunciado a utilizar en el documental imágenes de archivo?

R. Es una de las cosas que tenía más claras. Tratándose de historias en las que no existe una documentación objetiva, ni papeles ni certificados, no quería utilizar imágenes ilustrativas. No quería hablar del bombardeo de Otxandiano y meter imágenes de un avión lanzando bombas sobre Madrid. Se trata de hablar de la memoria y construir una narración a través de los testigos, los recuerdos y los lugares. Contar lo que ocurrió, pero hablando de las personas vivas.

P. También ha prescindido de la música.

R. Sí, no quería artificios. La cámara sigue a las personas, dicen lo que quieren exteriorizar o callan, miran. Eso es lo que quería reflejar, sin subrayados. Sólo hay una melodía rítmica en cuatro momentos del documental, que acompaña a la aparición de los huesos.

P. ¿Qué papel tiene en la película la investigación científica?

R. Tiene gran importancia, porque en este caso lo único objetivo son los huesos, los restos, y el que escribe el relato de lo que ocurrió es el forense en el laboratorio. El forense es el historiador. El revulsivo que despertó tanto interés por el tema fue que en 2000 Emilio Silva decidió exhumar los restos de su abuelo, enterrado en una fosa común en León, y lo hace utilizando una metodología arqueológica. Fue un acontecimiento que despertó el interés de mucha gente, de muchas familias, hasta llegar a la situación actual, con un montón de iniciativas y con un proyecto de Ley de Memoria Histórica. Hasta entonces se había hecho con mucha voluntad y poco rigor científico.

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