Sucio oro negro
Conocedores de la narrativa árabe contemporánea como Tariq Ali hablan de "las dos M" (Naguib Mahfuz y Abderramán Munif). Munif no está tocado por la gracia sutil de Mahfuz, pero es un escritor de inmenso poderío. En castellano, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo publicó su alegato carcelario Al este del Mediterráneo y la magnífica autobiografía de la infancia en Ammán Memoria de una ciudad. Ahora aparece la primera parte de Ciudades de sal (el volumen realmente titulado El extravío), pentalogía que Munif edificó en los años ochenta y que minuciosamente encela al lector en el vuelco total que supuso en Hudayb (país trasunto de Arabia Saudí) la irrupción petrolera de Estados Unidos en los años treinta.
CIUDADES DE SAL
Abderramán Munif
Prólogo de Luis Miguel Cañada. Traducción de Anna Gil Bardají
Belacqua. Barcelona, 2007
682 páginas. 32 euros
La vida beduina, entre otras muchas cosas, se fue al traste. La novela refleja ese desasosiego, mediante las historias de un oasis y un pequeño puerto pesquero, dos lugares dejados de la mano de Dios en los que, de pronto, irrumpen el petróleo y los estadounidenses; sobre esos paisajes se abatirá la modernidad, y el escritor nos hace asistir tanto al dramático derrumbe de las tradiciones como al choque, fecundo en disparates, entre el mundo estático e inventos varios (que a muchos paisanos les parecen infernales) como las excavadoras, la radio, los coches o el teléfono.
Munif nació en Ammán en 1933, de padre árabe beduino y madre iraquí. Murió en Damasco en 2004. Afiliado al baasismo en su juventud, acabó perseguido por el Gobierno saudí y por Sadam, y nunca tuvo en su azarosa vida otro estatus que el de apátrida. Desempeñó cargos en el sector petrolero de Siria e Irak, y también la OPEP. La desgracia política le zambulló en la narrativa. Siempre fue una voz de éxito literario y respetada por los demócratas del mundo árabe.
Ciudades de sal-El extravío es un novelón riguroso, de estilo sobrio, colmado de personajes y de la vastedad del desierto y la climatología. Munif, con firme generosidad, da una lección de estructura y de dosificación de hechos y emociones indeleblemente entreverados. Su prosa, potente y elegante, nunca necesita recalcar nada. El lector entra y se queda; al final, comprende mejor las leyes, la injusticia de este mundo.
Queda clara la crítica social y política de Munif a los abusos de la autoridad cómplice de los nuevos amos del mundo; pero la calidad literaria es justamente lo que hace más eficaz la denuncia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.