Regreso poético de Leopoldo Panero

El estro poético de Leopoldo Panero (Astorga,1909-León, 1962) latió de nuevo ayer con fuerza entre las bóvedas de la sala subterránea del Cuartel del Conde Duque, donde su hijo Juan Luis Panero, la concejal de Las Artes del Ayuntamiento de Madrid, Alicia Moreno y José Paulino Ayuso, presentaron su libro de 71 poemas Escrito a cada instante, recién editado en la Imprenta Artesanal del Ayuntamiento de Madrid.

Es el decimocuarto de los editados a la manera artesana en esta colección, que consta de una tirada de dos millares de ejemplares y precede al que irá dedicado a Luis Felipe Vivanco miembro, como Panero, de la Generación de 1936; de otro de sus componentes, Miguel Hernández, el Cancionero y Romancero de ausencias dió origen a esta colección, singularmente cuidada por la directora editorial Carmen del Moral y el equipo de la imprenta municipal -elogiado por la calidad de su papel, la selecta pátina de sus tintas y la belleza de sus tipos y encuadernaciones- que rige José Bonifacio Bermejo y que incorpora ilustraciones abstractas del artista Martín Chirino, de vigorosa potencia plástica.

"El mundo entero arde conmigo en la esperanza", escribió el poeta astorgano

La presentación de esta nueva obra mostró en su arranque un sesgo elegíaco por la reciente muerte de Claudio Guillén, cuya figura fue evocada con profundo afecto por Juan Luis Panero. El escritor fallecido en la noche del sábado ha sido considerado como una de las principales autoridades hispanas en Literatura comparada.

Hijo del poeta Jorge Guillén, entre sus numerosos cometidos Claudio supervisó literariamente esta misma colección, acrecida ayer por el nuevo título que, con Leopoldo Panero, adquiere uno de sus resultados culminantes. Así lo expresó el profesor José Paulino Ayuso, que ha estudiado la obra del escritor astorgano en La poesía vinculante de Leopoldo Panero.

La aproximación al poeta fue trenzada con sincera delicadeza por su presentador, quien subrayó en la obra de Panero una afectividad que comienza a expandirse desde el paisaje a la familia, los hijos y las amistades, para proyectarse hacia la identidad entre el sujeto y el objeto poéticos, y erguirse luego a la divinidad, en lo que el profesor definió como "poesía del alma". Para José Paulino Ayuso, la influencia de Antonio Machado y de Miguel de Unamuno dejaron sobre Panero una impronta de intimismo y un sentir lírico existencial que le mantuvieron en un proceso incesante de "rehumanización".

Tras complejas vicisitudes -él mismo estuvo preso por los franquistas en San Marcos de León- Panero se vio decantado ideopolíticamente en la posguerra hacia el bando vencedor; la progresiva conciencia del legado de dolor que se abatió sobre su generación, por el alcance de aquella cruel pugna, guió paulatinamente su sensibilidad hacia posiciones autorreflexivas, al decir de los especialistas.

Aquel itinerario espiritual recorrido por Leopoldo Panero tiñó muchos de sus poemas de soledad y de misterio, que contribuyeron a desterrar de ellos los ecos de imperial grandilocuencia, tan en boga durante la posguerra. Empero, la confianza en el futuro acompañó al poeta leonés, en uno de cuyos versos escribía: "El mundo entero arde conmigo en la esperanza".

"Donde figuran Luis Cernuda, Jorge Guillén y Federico García Lorca puede estar también Leopoldo Panero", concluyó Ayuso, que caracterizó además su obra por un hondo sentimiento de religiosidad que, a juicio suyo, aflora de sus poemas, sentimiento previamente resaltado por la concejal Alicia Moreno, anfitriona de la edición y de la velada.