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Columna
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La señora Barberá y las flores de Ismael

La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, puede estar satisfecha. El orden ha sido restablecido. La Corporación que preside ha acabado con un temible desmán. El Ayuntamiento de Valencia ha sancionado a un inmigrante paquistaní que vendía flores por la calle con 1.500 euros de multa. La sobrecogedora noticia fue desvelada el pasado miércoles en el periódico Levante por su redactor de local José Parrilla. ¿Pero quién es el inquietante sujeto a quien la policía local abordó en la calle Murillo, cerca de la medianoche del pasado 18 de junio, con un peligroso ramo de rosas? Sólo conocemos sus iniciales, I. A., por lo que nos permitiremos la licencia de llamarle Ismael. El periodista nos cuenta que tiene 58 años y que hace seis que llegó a Valencia huyendo de su país, donde la minoría étnica a la que pertenece es objeto de persecuciones. Ismael obtuvo asilo en España por razones humanitarias y hace unos meses consiguió un permiso de residencia que le permite buscar trabajo durante un año. Ismael lleva más de dos años sin poder volver a su país. Para ahorrar al máximo, comparte el piso con otros 16 inmigrantes. De él dependen su mujer y sus cuatro hijos, que residen en Pakistán. Cada cuatro o cinco meses logra enviarles 1.500 euros. Los 1.500 euros que les permiten comer y estudiar durante esos meses.

La alcaldesa puede estar satisfecha de la eficacia policial de algunos de sus agentes y de la capacidad sancionadora de su corporación. Nada parece indicar que estemos ante el error de un funcionario aislado. Al contrario, todo apunta a que el castigo ha sido impuesto por los concejales de Rita Barberá respondiendo a un plan, con premeditación y ensañamiento. Inicialmente la sanción era de 150 euros, lo que no deja de ser una crueldad. Pero luego de pasar por la correspondiente comisión municipal, la multa ha sido elevada a 1.500 euros. Para ser exactos, a 1.500 euros y un céntimo, lo que raya en el sadismo.

No es un caso aislado. Esa misma sanción se le ha impuesto a otro peligroso individuo que el pasado 29 de julio se encontraba vendiendo pipas en las inmediaciones del estadio de Mestalla, a quien se ha considerado responsable de una infracción muy grave, castigada en las ordenanzas municipales con una multa de 1.500 a 3.000 euros. Sólo en el mes de diciembre, el equipo de gobierno de Rita Barberá impuso diecisiete sanciones, de 1.500 euros cada una, por faltas muy graves contra la ordenanza que regula la venta ambulante en la ciudad de Valencia. Diecisiete sanciones que permitirán a la alcaldesa recaudar 25.500 euros.

¿Qué representan el importe de esas sanciones en el presupuesto municipal? No vayamos a las grandes cifras que a veces nos resultan difíciles de valorar ¿Qué pueden representar los 1.500 euros de sanción impuestos a Ismael por vender rosas? Comparemos flores con flores. Por ejemplo, las flores de Pascua que la alcaldesa puso en navidades en el Puente de las Flores y que duraron 25 días, costaron 150.000 euros. Por lo que, para recaudar por la vía sancionadora el importe equivalente a su reposición, Rita Barberá tendría que multar a cien vendedores de rosas. O lo que es lo mismo, tendría que dejar sin recursos a cien familias paquistaníes durante cuatro o cinco meses. Pero también hay otra forma de evaluarlo. Démosle la vuelta al asunto y veámoslo en positivo. Acabar con el capricho floral de la señora Barberá durante veinticinco días y dedicar esos recursos a una acción solidaria, permitiría alimentar a cien familias paquistaníes durante cuatro o cinco meses. Las flores con los colores vaticanos que adornaron la visita del Papa costaron 500.000 euros, o lo que es lo mismo el equivalente al sustento de 333 familias paquistaníes durante cuatro o cinco meses.

No sabemos como se llama el vendedor de flores paquistaní. Pero sin duda tiene un nombre ¿Ismael? ¿Ibrahim? Sabemos que detrás de un nombre hay una persona. Las flores de Ismael no son una metáfora. Son la medida precisa de una forma de entender la ciudad, de hacer política contra unos y a favor de otros. No es cuestión de adjetivos, aunque no faltarían. Las flores de Ismael nos lo dicen todo, 1.500 euros de multa, el sustento de una familia paquistaní durante cuatro o cinco meses. Miremos a otro lugar de la ciudad: 210 millones de euros es el beneficio que obtendrá el grupo inmobiliario Ballester gracias a la operación urbanística que la Alcaldesa va a facilitar con la construcción de pisos en una parte del edificio de Tabacalera y en la parcela que ahora ocupa el edificio municipal de la plaza de América. 210 millones de euros, el equivalente al sustento de 140.000 familias como las de Ismael durante cuatro o cinco meses. Las flores de Ismael no son una metáfora.

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