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Reportaje:

"Mejor que sea ilegal"

Cientos de jóvenes se reúnen en la Universidad Autónoma para celebrar 'san Canuto', un 'botellón' con mucha marihuana

Álvaro Corcuera

La fiesta de san Canuto se celebró ayer sin problemas. Al menos unos 1.000 jóvenes se concentraron en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), en su campus de Cantoblanco, "en favor del cachondeo". Así describía la fiesta Bruno, estudiante de Magisterio en la Universidad Camilo José Cela.

A unos 50 kilómetros de distancia de su facultad, Bruno acompañaba a su amigo, Ángel, en su peregrinación hacia el césped situado justo enfrente de la Facultad de Filosofía y Letras. Ángel, que sí pertenece a la UAM, es ya un veterano de san Canuto. En un día como el de ayer sustituye los libros por una enorme nevera de plástico.

La fiesta, celebrada un día antes de lo que marca el calendario santoral (san Canuto es hoy, 19 de enero), surgió en la década de los ochenta, como reivindicación en favor de la legalización del cannabis. Hoy es, sin embargo, un multitudinario botellón en el que participan cientos de personas, eso sí, no siempre pertenecientes a la Autónoma. Para muchos es una excusa más para la juerga. Para otros significa el pistoletazo de salida antes de los exámenes, que se inician el próximo lunes. ¿Los que acuden a este botellón son los que luego no quieren estudiar? Eso es lo que cree el vicerrector del campus y Calidad Ambiental, Javier Benayas.

Muchos asistentes a la fiesta, no autorizada, llegaron de otras facultades e institutos

"No es cierto. Yo apruebo mis asignaturas", contestaba ayer un alumno. Sin embargo, seguramente Benayas se refería a muchos chavales de instituto que siempre acuden, fieles, a la cita con san Canuto. La de ayer no fue excepcional, así que gente como Alberto, un chaval de 17 años estudiante en el Ramiro de Maeztu, se encontraba en el campus de la Autónoma.

La UAM no había autorizado la fiesta. "No responde de ninguna manera al espíritu universitario", aseguraban. La universidad pidió el pasado miércoles ayuda a la Policía Municipal para controlar la venta ambulante de alcohol. Pero la presencia policial no se notó. "No sé de dónde han sacado eso, pero aquí no hay ningún madero", gritaba exaltado un chico a través de su móvil.

Acceder ayer a la Autónoma cargado del material más elemental para montar un botellón era sencillísimo. A través de la estación de trenes de Cantoblanco Universidad, cientos de jóvenes superaban el débil control establecido por la seguridad privada de Renfe. Los tornos de salida de la estación eran un coladero de chavales cargados de bolsas de supermercado. En su interior, mucho alcohol. Sin embargo, según comentaron dos empleados de seguridad privada, este año, a diferencia de otras veces, se había logrado evitar la venta ambulante de bebidas. Y lo más importante, se impidió el acceso a los edificios de personas con intención festiva.

Gloria y Miguel, estudiantes de la Autónoma, no estaban ayer para fiestas. Como muchos otros alumnos, ayer prefirieron dedicar el tiempo a estudiar. "Si fuera en junio, después de los exámenes, sería diferente, pero ahora... tengo otras cosas que hacer", resumía Miguel.

El pasado año, 4.000 personas fueron atendidas en los hospitales de Madrid por su adicción al cannabis, según la Agencia Antidroga de la Comunidad. Ajeno a este dato, un estudiante se liaba ayer un porro. Y defendía, en contra de los mandatos del santo Canuto, la no legalización de la marihuana: "Es mejor. Los impuestos la harían más cara". Y siguió fumando.

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Sobre la firma

Álvaro Corcuera
En EL PAÍS desde 2004. Hoy, jefe de sección de Deportes. Anteriormente en Última Hora, El País Semanal, Madrid y Cataluña. Licenciado en Periodismo por la Universitat Ramon Llull y Máster de Periodismo de la Escuela UAM / EL PAÍS, donde es profesor desde 2020. Dirigió 'The Resurrection Club', corto nominado al Premio Goya en 2017.

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