_
_
_
_
Reportaje:Fracasa la reforma del Estatuto

Negociación y ayuno en Monte Pio

Touriño, Quintana y Feijóo debatieron durante seis horas sin parar para comer

Lo había advertido el presidente del PP gallego en vísperas del encuentro de Monte Pio: "No seré el primero en levantarme de la mesa", dijo Núñez Feijóo para evitar que su partido asumiese solo el precio del fracaso estatutario, que los populares intuían antes de la reunión. Sus dos interlocutores se lo tomaron al pie de la letra. Así que durante seis horas, Emilio Pérez Touriño, Anxo Quintana y el propio Feijóo permanecieron aferrados a sus sillas intercambiando propuestas sin probar bocado.

Ninguno de los tres políticos utilizó el móvil para no evidenciar dependencias externas ante los adversarios. Y los dos termos de leche y café los recogió la gobernanta de la residencia presidencial prácticamente como los había dejado a primera hora de la mañana. Los tres líderes apenas mancharon las tazas de porcelana. Enzarzados en discusiones sobre si nación, realidad nacional, o sentimiento nacionalista, el bizcocho pasó absolutamente desapercibido.

"Lo intentamos pero no pudo ser, no tenemos un acuerdo", anunció Quintana
Más información
El rechazo del PP al término "nación" frustra las negociaciones entre los tres líderes políticos

Fuera la comitiva de asistentes aguardó en vano durante toda la mañana una llamada que nunca llegó para servir el catering. La tortilla, los sanduiches y la ternera marinada esperaron hasta media tarde.

Los trabajadores de la mina de Serrabal en Boqueixón no tuvieron tanta paciencia. A primera hora de la mañana aprovecharon la entrada de los coches oficiales para reclamar sin mucha convicción un cambio de trazado del Ave para que el tren Santiago- Ourense no afecte a la cantera. Después de unos cuantos gritos contra el bipartito, encartaron la pancarta y animaron la taberna entre carajillos, chupitos de orujo y cafés cortados.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

El día no estaba para manifestaciones. y seguramente tampoco para anuncios trascendentes. Eso pensó al menos Emilio Pérez Touriño al recibir a Feijóo a las puertas de la residencia presidencial pasadas las diez y media de la mañana. Con las manos entrelazadas, presidente y opositor, mataron el tiempo de las fotos haciendo chascarrillos sobre la lluvia. "No dirás que no es un buen día para reunirse", dijo el anfitrión en tono de sorna. Feijóo miró al chaparrón que había anunciado su llegada, sonrió y los dos se metieron para dentro. El presidente había posado diez minutos antes con su socio de gobierno. La lesión que arrastra desde navidades Anxo Quintana en una mano sirvió para matar el rato en las fotos a tres. "Menos mal que queda la izquierda para negociar" -sonrisa forzada de los tres. Fue el último apretón de manos de la jornada.

A partir de ese momento, la situación la gobernaron los asesores de prensa. Reunidos en despachos anexos al de la negociación, tres hombres del presidente asomaban a la ventana con rostros circunspectos. Metidos en otra sala, el Secretario de Relacions Institucionais, Antón Losada y su jefa de prensa, debatían también con gesto serio. En los sótanos del edificio, la responsable de Comunicación del PP intercambiaba bromas con los periodistas. En la radio, los segundos espadas de los partidos se afanaban en mantener el optimismo. Hasta que por fin acabó la reunión.

El departamento de Protocolo de la Xunta fijó entonces sus normas para acceder a la conferencia de prensa. Primero los cámaras de televisión, después los fotógrafos y las radios y al final "el resto". "Todos sin abrigos, que va a faltar espacio", avisó una de las responsables del gabinete. No hicieron falta, en una sala abarrotada comenzó el trabajo de los servicios de contraespionaje de los partidos. El primero en certificar el fracasó del estatuto fue Anxo Quintana: "Lo intentamos pero no pudo ser, no tenemos un acuerdo", anunció el portavoz nacionalista, mientras los colaboradores de Touriño y Feijóo tomaban notas. Ante el mismo micrófono se colocaron después el presidente del PP y el de la Xunta. Cada uno con la lección aprendida de lo que habían dicho antes sus compañeros de mesa. Los tres aparececieron con gesto afectado, traje gris y camisa blanca. Sólo cambiaron las corbatas: rosa pálido la de Touriño, morada para Quintana y color vino la de Feijóo.

Se trataba de escenificar el final de la reforma estatutaria sin aparecer como culpables. Lo intentaron denodadamente uno tras otro, respondiendo a todas las preguntas. Identidad, financiación, régimen jurídico del gallego... Después de seis horas de reunión y otra más de ruedas de prensa, Feijóo había perdido la noción del tiempo.

El presidente del PP gallego zanjó su conferencia ante los periodistas dejando paso a Emilio Pérez Touriño: "Creo que el presidente se tiene que ir ahora a las seis de aquí, así que le vamos a dar tiempo para que responda. Eran las 18.25 horas del día en que se frustró la reforma del autogobierno. Sobre la mesa de negociación quedaron tres ejemplares del Estatuto de 1981. Por lo visto ayer, seguirá vigente durante algunos años más.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_