Cortocircuito del Atlético
Osasuna hunde en la mediocridad a un rival que sólo existió en la segunda parte
Probablemente sea el Atlético un equipo insospechado, alejado de cualquier cábala y lejano, esté quien esté en el campo o en el banquillo, de cualquier análisis razonable. No se sabe si es un equipo, un club, con una vida propia indescriptible o una suma de futbolistas que no siempre hacen un buen equipo. A saber: Osasuna partía como clasificado tras el 1-1 del estadio Manzanares. Se suponía un Atlético chisposo, atacante, atrevido y un Osasuna peleón, pero sin volverse loco. Todo ocurrió al revés.
Anunciaba Ziganda un partido caliente, que siempre es una palabra peligrosa cuando de un partido de fútbol se trata. Y se esperaba al Atlético de fuera, el que mejor funciona, con un Niño Torres en estado de gracia. Pues ni lo uno ni lo otro. El partido fue normal, con el único agravante de la incertidumbre de la cara o cruz y con un Atlético así como apocado, intrascendente, un poco apocalíptico. Una presa fácil para un Osasuna que ha recuperado la voracidad. Osasuna no perdona ni especula, menos aún viniendo de un 5-1 ante el Betis en el que incluso Milosevic y Webó discutieron agriamente porque el camerunés le robó un posible sexto gol que no transformó. Así de ansioso está Osasuna. Quizás, demasiado para un Atlético muy lánguido, poquito puesto para una competición tan visceral. Para, cuando quiso sentir el pálpito del resultado, el Atlético ya perdía por 2-0 gracias a dos indulgencias plenarias que otorgó a Osasuna como si fuera un equipo de aprendices.
OSASUNA 2 - ATLÉTICO 0
Osasuna: Ricardo; Javier Flaño, Cruchaga, Josetxo, Corrales; Valdo, Puñal, Nekounam, David López (Juanfran, m. 90); Soldado (Webó, m. 78) y Milosevic (Raúl García, m. 70). No utilizados: Elía; Font y Cuellar.
Atlético de Madrid: Cuéllar; Seitaridis, Perea, Zé Castro, Pernía; Galletti, Luccin, Maniche, Antonio López (Jurado, m. 46); Torres y Mista (Agüero, m. 46). No utilizados: Falcón; Pablo y Costinha
Goles: 1-0. M. 16. Puñal. 2-0. M. 27. Puñal, de penalti.
Árbitro: César Muñiz Fernández. Amonestó a Nekounam, Soldado, Josetxo, Webó, Ricardo, Perea, Luccin, Maniche y Pernía.
14.514 espectadores en el Reyno de Navarra.
Los goles se pueden marcar de muchas maneras, pero se hacen muy duros cuando provienen de un fuera de banda. Se saca, lo toca Milosevic, así de medio lado, y le cae al borde el área a Puñal, solo, abandonado a su suerte, que dispara y marca. Un mazazo. Demasiado para el Atlético, muy atenazado por la rutina de Maniche y las intermitencias de Luccin.
El partido era de Osasuna, que se organizaba como un ejército y vivía al tiempo que marcaban Nekounam y Puñal, en espera de buenas noticias. Las buscó Soldado con su insistencia habitual, pero al final fue Seitaridis, un defensa también visceral, quien metió tarde la pierna en una correría de Corrales, por su banda izquierda, propiciando un penalti inapelable. Puñal, otra vez, le miró al joven Cuéllar, sustituto de Leo Franco, y arrastró el balón con el punto de mira en el hierro que sostiene la red. Allí no hay quien llegue. Y Cuéllar no llegó. Total, que a la media hora el Atlético estaba eliminado y, lo que es peor, con la sensación de impotencia metida en el cuerpo. Tanto era así que el equipo de Aguirre, en su languidez, en su aburrimiento, fue incapaz de construir una sola ocasión de gol.
Perdido el primer tiempo, el partido empezó en el segundo, con un Atlético más visceral, más corajudo, y un Osasuna al contragolpe. Cualquiera pudo hacer gol. Milosevic, encarando a Cuéllar; Pernía que lanzó una falta al larguero; el Kun Agüero, que cabeceo a centímetros del gol. Era la desesperada entre un equipo noqueado, el Atlético, y otro, Osasuna, que no sabe jugar a defenderse. Así que resultó animado, pero con la losa natural para el equipo de Aguirre de un resultado adverso cuando se dedicó a mirar a su alrededor, a evaluar el medio ambiente, y se encontró con dos goles. Osasuna, a la media hora, ya estaba clasificado. El resto fue un ejercicio de profesionalidad. Sin más: uno ganando, otro perdiendo.
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