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Rice y Olmert pactan una cumbre con el presidente palestino

La reunión tripartita se celebrará en pocas semanas para impulsar el proceso de paz

En Oriente Próximo, cuando no se puede anunciar avances concretos en el proceso de paz, se suele recurrir a la táctica de convocar una "inminente cumbre". Es lo que ocurrió ayer en Jerusalén tras la reunión entre la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, y el primer ministro israelí, Ehud Olmert, que pactaron un nuevo encuentro en el que también participará el presidente palestino, Mahmud Abbas.

La cumbre tripartita (Abbas-Olmert-Rice) tendrá lugar "en dos o tres semanas" y tiene como objetivo "reemprender el proceso de paz basándose en la Hoja de Ruta", un plan de la comunidad internacional ignorado por las dos partes. Olmert avanzó que adoptará "medidas sin precedentes a favor de la población palestina", si Abbas forma un Gobierno de unidad (con Hamás) que acepte las ya famosas tres condiciones: reconocimiento de Israel, aceptación de los acuerdos previos y renuncia a la violencia". De lo contrario, seguirá con el boicoteo al Ejecutivo de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

Pero Olmert sigue con su mala suerte en el llamado "timing político" ya que la reunión con Rice coincidió ayer con la denuncia de la organización Paz Ahora por la construcción de 44 casas en el asentamiento de Maale Adumim, cerca de Jerusalén.

Oficiosamente, israelíes y palestinos coinciden en señalar que la visita de Rice ha sido el inicio de una intensa iniciativa norteamericana para tejer una alianza contra Irán y su proyecto nuclear. No es casual que muchas de sus horas de gira hayan transcurrido en Egipto, Jordania, Arabia Saudí y Kuwait, países que junto a Israel, temen la influencia del régimen chií.

Tampoco es casual que Rice haya elegido Berlín como última estación antes de regresar a su país. Como señaló ayer el ex embajador israelí en Washington, Zalman Shuval, Bush se basa en la ayuda de la conservadora Angela Merkel (cuyo país ostenta la presidencia de turno de la UE) para "frenar" a Irán y sus aliados (Siria, el grupo chií Hezbolá en Líbano, un anárquico Irak y el boicoteado Gobierno palestino del islamista Hamás).

En la balanza regional, EE UU desea aprovechar el temor de los suníes (mayoría en el mundo árabe) ante el avance chií (potenciado tras la guerra en Líbano). La rivalidad de las dos corrientes está en auge y el mejor ejemplo se vio hace pocos días en la franja de Gaza. En una masiva manifestación contra Hamás, miles de seguidores de Al Fatah chillaban al unísono y en tono peyorativo: "¡Son chiíes, son chiíes!".

En Arabia Saudí no ocultan su preocupación ante una posible retirada estadounidense de Irak y ante el protagonismo en alza del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad. Así lo han percibido cuatro senadores estadounidenses que, tras visitar Riad, han comentado: "Ante un Irán con armas nucleares, los dirigentes saudíes usan un discurso casi apocalíptico, muy similar al del líder de la oposición israelí, Benjamín Netanyahu", que suele comparar al Irán de 2006 con la Alemania nazi del 38.

Tampoco es casual que Rice adelantase su gira a esta zona, ya que es consciente de que para recabar el apoyo, o al menos la complicidad, de los países árabes, debe mostrar "determinación" en resolver la cuestión palestina. Otro peón, de momento estancado, en el complicado tablero de Oriente Próximo.

Ehud Olmert estrecha la mano de Rice, ayer en Jerusalén.
Ehud Olmert estrecha la mano de Rice, ayer en Jerusalén.REUTERS

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