Un día en el campo
Un outdoor training (entrenamiento al aire libre, en su traducción literal del inglés) es una herramienta de desarrollo de directivos que se basa en la puesta en acción de actividades y vivencias en un entorno ajeno al laboral, y que pone a prueba las habilidades, fortalezas y debilidades de los profesionales que las realizan. Estas pruebas pueden ser muy variadas: construcción de elementos de transporte, resolución de enigmas y pruebas de orientación, ejercicios con distintas funciones y que exigen gran coordinación por parte del equipo, o como elementos de impacto, construcción de un puente tibetano sobre un desnivel o un pequeño rappel. En ningún caso suponen riesgo ni esfuerzo físicos, pero siempre están diseñadas para poner a prueba nuestros límites mentales y descubrir algo nuevo sobre nosotros mismos y a la vez sobre el equipo.
"Muchas de estas actividades suelen enfocarse en los aspectos lúdicos y poco más"
Probablemente, muchas personas piensan que un outdoor training consiste en salir al campo y pasárselo bien. Hacer algo que puede ser divertido, pero que no sirve para gran cosa. Tienen buena parte de razón. Muchos de los denominados outdoor trainings suelen enfocarse en los aspectos lúdicos y poco más. ¿Pero puede haber una posibilidad diferente? ¿Y con resultados probados?
Permitidme que relacione, en cierto modo, el coaching con un outdoor training. En coaching siempre trabajamos con la perspectiva de que el coachee debe movilizar tres ámbitos diferenciados y a la vez interconectados para generar un cambio o construir un nuevo hábito, es decir: el lenguaje, la emoción y la corporalidad. Necesitamos los tres para producir realmente algo que tenga alcance y profundidad en cuanto a descubrimiento personal, o que nos permita tomar conciencia sobre el impacto de nuestro comportamiento en otras personas y modular alternativas.
Pues bien, esos mismos elementos son los que podemos trabajar en una acción de outdoor, para dotar de nuevas percepciones y recursos a un equipo natural o a un grupo de directivos que tienen que trabajar juntos. Por supuesto eso no se improvisa; requiere tres pasos que han de trabajarse a conciencia:
1. Diagnóstico previo: en nuestro caso, utilizamos entrevistas y la metodología Belbin, que mediante sencillos cuestionarios nos permite hacer una radiografía completa de un equipo en cuanto a funciones, puntos fuertes, áreas de mejora y, a partir de ahí, diseñar las actividades que sean más útiles para trabajar los aspectos que más interesen.
2. Outdoor training: estructurado a base de actividades de menor a mayor complejidad, de realización breve (entre 30 y 40 minutos), grabadas en vídeo y que permiten de manera inmediata un trabajo profundo en la sala que va a durar tanto o más que la prueba al aire libre. Estas sesiones, dinamizadas por un consultor experto, permiten que el equipo cobre conciencia de sus propias dinámicas, del impacto de determinados estilos comunicativos, y vayan construyendo juntos otras alternativas más eficaces y satisfactorias, basadas en acuerdos y compromisos mutuos. El colofón es un plan de acción, concreto, y con una sesión de seguimiento programado.
3. Seguimiento: se revisa el avance del plan de acción, los compromisos adquiridos, tanto en términos de resultados como de comportamientos. No sólo el qué, sino el cómo, con ello se pone de manifiesto las claves que ayudan a avanzar y se concretan también alternativas para seguir construyendo sobre esas bases.
El conjunto es un programa de desarrollo sólido y que enlaza tanto retos de negocio como las habilidades directivas necesarias para ello. Los resultados son además profundos y estables, puesto que se anclan en la movilización de todos los recursos con que contamos las personas, tanto racionales como emocionales.
César Fernández es director asociado de Norman Broadbent.
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