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Entrevista:Marina Abramovic | DESPUÉS DEL FEMINISMO

"Me interesa el aspecto espiritual del sexo"

Es una de las clásicas del performance y siempre ha trabajado sometiendo su propio cuerpo a experiencias extremas. A sus 60 años, expone en Madrid su primer trabajo relacionado explícitamente con la sexualidad a partir de ritos ancestrales recogidos en el folclore serbio.

Marina Abramovic (Belgrado, 1946) es una de las más destacadas representantes de la performance. Abramovic presenta hasta el 24 de febrero en la galería La Fábrica (Alameda, 9), de Madrid, vídeos y fotos de su reciente serie Balkan Erotic Epic, su primera indagación abierta hacia el erotismo.

PREGUNTA. ¿De dónde procede la idea de esta serie, titulada Épica erótica balcánica?

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RESPUESTA. Hace un par de años me pidieron un trabajo que usara imágenes pornográficas. Fue un reto para mí porque nunca antes había hecho nada en torno a ese asunto. Estuve viendo películas porno pero no me inspiraban nada. La forma en que era tratado el cuerpo de la mujer era siempre demasiado estereotipado. Para mí lo interesante es el aspecto espiritual del sexo. Así es que decidí que lo más interesante era rebuscar en mi propia cultura. Fui a Belgrado y en la biblioteca investigué en el folclor antiguo, anterior al comunismo y al socialismo. Incluso a pesar del cristianismo conservamos muchos ritos paganos explícitamente sexuales. Pero lo eran de una forma distinta en la que el cuerpo era utilizado como herramienta o como medio para propiciar la fertilidad de la tierra, para pedir lluvias, para la sanación... La energía sexual era transformada para el contacto con las energías invisibles. Investigué más y di con unos rituales muy interesantes que luego utilicé para dos trabajos. Uno es una instalación de vídeo titulada Balkan Erotic Epic, y la otra es un cortometraje en el que yo hago de profesora enseñando a los alumnos estos rituales, puestos en escena por un grupo de gente que elegí a partir de un largo casting y la preparación de esta gente durante dos años en Belgrado.

P. Es curioso saber que estos vídeos recogen costumbres ancestrales porque siguen pareciendo muy actuales. Parecen remitirse al presente. El vídeo Woman with skull, que recrea los movimientos de la cópula con una calavera, es impactante. Podría referirse al duelo de las mujeres tras la guerra y la forma en que han asimilado la muerte de sus hombres.

R. Las imágenes arquetípicas suelen parecer siempre contemporáneas. Son imágenes que reconocemos en lo profundo de nuestro subconsciente. Pienso que la tarea del artista es reconocer estos arquetipos, darles una vuelta, y hacerlos actuales otra vez. Ser conscientes de ellos.

P. En las performances el sexo es un tema muy habitual. ¿Por qué no lo hizo antes? ¿Le interesa en este momento de su vida como mujer?

R. A mí no me importa que sean hombres o mujeres, lo que intento es usar los órganos sexuales como vehículo para indagar en su poder y conectarlo con la energía espiritual. Cuando ves estas piezas no encuentras nada pornográfico en ellas, se convierten en otra cosa. Ves los genitales desde otra perspectiva. He querido ofrecer un punto de vista distinto al habitual.

P. En los años setenta las performances fueron una forma de rechazo del objetualismo y el mercado del arte. Ahora las performances se pueden vender, y los museos y coleccionistas las compran. ¿Cómo ve usted esta evolución?

R. Sigue siendo muy difícil vender una performance. En los primeros tiempos estaba en el mismo grupo marginal de otras artes como el vídeo y la fotografía. Los tres medios se consideraban todavía inferiores a la pintura y la escultura. Pero luego el vídeo encontró su lugar, por no hablar de la fotografía, y se popularizaron las instalaciones. Las performances no. Realmente casi nadie compra performances. Compran vídeos de los performances y las fotos documentales de éstos. El año pasado presenté en el Guggenheim de Nueva York la recreación de varios performances históricos que influyeron mucho en mi carrera al principio. Lo titulé 7 Easy Pieces, y eran obras de Bruce Nauman, Vito Acconci, Valie Export, Gina Pane y Joseph Beuys. En ellas abordé precisamente este problema. ¿Cómo es posible recrear esas performances si el autor ya no las hace o está muerto? ¿Y en qué condiciones deberían hacerse? Para que una performance esté viva tiene que volver a representarse. No hay ahora ninguna condición clara de cómo debe hacerse esto. Por eso creo que la performance no está todavía dentro del mercado del arte como el vídeo o la fotografía.

P. ¿Y cree que debería integrarse en el mercado?

R. La performance sigue estando al margen y creo que eso es injusto. Debería estar en la misma categoría que las otras disciplinas. Cuando quise rehacer estas performances de los años setenta fue muy difícil conseguir los permisos. Mi idea es que hay que pedir autorización al artista y pagarle por los derechos de recrearlo. Como se hace con el copyright de un filme o un libro. Esto nunca se ha respetado. Muchos artistas jóvenes cogen las ideas de los anteriores sin permiso, sin mencionarlos siquiera, como si fueran suyas. Y los jóvenes críticos, sin idea clara de la historia, las toman como si fueran originales. Se están copiando nuestras performances en el mundo de la moda, en la MTV, en la danza contemporánea, sacándolas de contexto y rehaciéndolas a su manera.

P. El asunto es que hay un gran interés por la performance entre los jóvenes artistas y parte de su trabajo son los talleres que imparte usted, como el que ofreció en Santiago de Compostela en 2003, titulado Cleaning the house. En ellos se incluían experiencias como el ayuno, el silencio y acciones extremas. ¿Se requiere un entrenamiento tan duro?

R. Mis alumnos son personas que quedan preparadas para efectuar performances largas, prolongadas, y en situaciones que requieren mucha concentración y control del propio cuerpo y mente. La vida diaria no te proporciona la preparación suficiente para hacerlo. Así es que creé estos talleres con muchas dificultades que hay que superar a través del ejercicio. Cuando terminan están mucho más fortalecidos.

La artista Marina Abramovic.
La artista Marina Abramovic.AFP

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