Rendimientos del saber
Málaga reunió el pasado mes de octubre a un nutrido grupo de relevantes figuras de la política, la economía y la tecnología entre los que cabe destacar a Felipe González, Al Gore y Mijail Gorbachov -este último intervino por video-conferencia-. "La sociedad del Conocimiento y la Democracia" constituía el motivo de la reflexión y el debate en un momento en el cual las evaluaciones internacionales del sistema de enseñanza en nuestro país, en general y, en Andalucía, en particular, está siendo cuestionado. Una de las conclusiones que expresó el ex presidente González es la necesidad de realizar un profundo cambio educativo para competir en la sociedad del conocimiento. Una postura avalada por Peter F. Drucker, uno de los teóricos más prestigiosos de la dirección empresarial del siglo pasado según el Harvard Business Review, que falleció en noviembre de 2005 y que tuvo una influencia decisiva en el éxito de empresas como General Electric o Microsoft. Para este gurú de la economía capitalista, "si el señor feudal era la sociedad en la primera Edad Media y el burgués era la sociedad durante el capitalismo, la persona instruida será la sociedad en la etapa poscapitalista en la cual el saber se ha convertido en el recurso básico". Paralelamente a esta incuestionable dinámica en el campo del conocimiento los datos del informe PISA revelan que el profesorado adolece de una falta de expectativas y un claro desánimo y los directores de los centros perciben que el alumnado, en una época en la cual cuanta más instrucción tenga un alumno, más a menudo necesitará más instrucción, carece de compromiso con el aprendizaje. Una contradicción flagrante que debemos resolver en los inicios del siglo XXI
Quizás haya que cambiar el concepto y la función de la escuela exigiéndole alguna responsabilidad en los resultados de los alumnos y no solamente achacando esta falta de resultados como consecuencia de un alumnado desinteresado, perezoso y algo violento. Si se estableciera esa exigencia se podría demostrar que hay escuelas que funcionarían y otras que no. Según Drucker, en este siglo la educación ha llegado a ser demasiado cara para que no tenga que rendir cuentas. El gasto educativo se ha multiplicado por cinco en los países desarrollados en el pasado siglo y además, las escuelas son demasiado importantes para la sociedad del conocimiento y deberán reflexionar detenidamente en cuales deberían ser sus resultados y su rendimiento en la sociedad del saber. Debemos de tener presente que la persona instruida del futuro tendrá que estar preparada para vivir en un mundo global, y ésta realidad nos obliga a retos imaginativos que posiblemente tendrán que revolucionar nuestro sistema de enseñanza. El cambio del significado del saber ha transformado a la sociedad y a la economía. El saber convencional es un recurso personal clave en la progresión económica. El saber es hoy el único recurso significativo para obtener resultados sociales y económicos en los años venideros.
Durante la primera revolución se sustituyó la fuerza física del hombre por la fuerza de las máquinas movidas primero por el vapor y, más adelante, principalmente, por la electricidad. En la actualidad llevamos un par de décadas inmersos en la segunda revolución en la que el poder intelectual del hombre se va ampliando y está transformando los parámetros conocidos. Las perspectivas son fantásticas, pero también están plagadas de enormes peligros para la vida social. Si la primera revolución incrementó la efectividad del trabajo humano, la segunda aspira a su eliminación. Esta paradoja tiene que tener una solución adecuada desde el campo de la política pero nos debe hacer sensibles a la gran importancia que para nuestras vidas tiene el conocimiento y el papel que la escuela debe de jugar para transmitirlo.
Antonio Espantaleón Peralta es profesor de Sociología Política y del Bienestar Social en la Universidad de Granada
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