Amaneceres
Un artículo hablaba hace unos días sobre la necesidad de los amaneceres. La luz solar regula todos nuestros ciclos vitales y, por lo tanto, en invierno recibimos menos. Como consecuencia, los cuerpos interpretan esta situación y reaccionan disminuyendo nuestro ánimo. Un estudio científico ha demostrado que el uso de los simuladores de luz durante media hora, justo mientras nos levantamos, ayuda a combatir esos síntomas.
El movimiento del planeta produce un amanecer cada día, pero el discurrir de la vida se suele mostrar más perezoso en su rotación y hay problemas aletargados que tardan años en alcanzar la luz. El pasado 22 de marzo, los rayos del sol aparecieron en el horizonte del País Vasco y durante nueve meses se intuyó un nuevo amanecer. Cambió el estado de ánimo de mucha gente y desaparecieron algunos de los fantasmas que nos provocaban el miedo. También se relajó la libertad escoltada con la que muchos están obligados a vivir. El día 30 de diciembre la banda terrorista ETA oscureció ese atisbo de nuevo amanecer con una bomba en Madrid.
Podría decir muchas cosas sobre ello, pero lo ha dicho mejor Iñaki Gabilondo este domingo en un reportaje en El PAÍS. "Que en un pueblo opulento, rico, próspero, económicamente potente, con libertades, con sus símbolos, con sus idiomas, haya una parte de la sociedad que aspire a más me parece legítimo, pero que crea que esa aspiración tiene la entidad de opresión popular como para matar... Eso me irrita, porque ofende los dramas que el mundo tiene de verdad. Yo he estado este año en Gaza, allí he visto lo que es que un pueblo se sienta oprimido; en África hay gente que no tiene para comer, que tiene que caminar 10 kilómetros a por agua... Y que un pueblo como el mío se esté permitiendo la fantasmada, la chulada de darse la importancia que se está dando, convirtiendo un problema político en un drama de este calibre, jugando batallas de vida o muerte, me parece una ofensa para los asuntos reales de vida o muerte".
En el País Vasco, hace nueve meses, amaneció, que no era poco. Habrá que dar por sentado que Zapatero es un optimista antropológico y tiene más moral que el Alcoyano. Incluso convenir que sus palabras, las del día anterior al atentado augurando que al año siguiente todo iría mejor, quedarán en los anales como una de las mayores meteduras de pata de la historia reciente de España. Pero eso no legitima la actitud obscena del Partido Popular, durante la tregua y desde la misma mañana del atentado. Mariano Rajoy está liderando una oposición que va contra el sentido común. Pero también contra la realidad científica, ésa que dictamina que el ser humano necesita amaneceres.
Javier Arenas se ha vuelto a sumar a esa estrategia. Lleva muchos años haciendo política en Andalucía de espaldas al sol. La claridad al PP de Andalucía sólo le ha durado unos meses, escasamente los justos para no descolgarse del acuerdo en torno al Estatuto de Autonomía. Ahora Arenas vuelve a las andadas. Hace unos días dirigió los rescoldos de la bomba de ETA hacia Manuel Chaves por su apoyo al proceso de paz que inició el Gobierno de Zapatero. Y ayer dio un portazo a la propuesta del presidente andaluz para alcanzar distintos pactos en materia de educación, desarrollo de la ley estatal de Dependencia, ley de Aguas, Inmigración y reforma de la ley de RTVA. Posiblemente el PP tiene razones más que suficientes para dudar de la bonanza de algunas de estas propuestas, en especial de los términos en los que está planteada la ley de la RTVA, pero el problema es que todo apunta a que el portazo no es más que la vuelta a una dinámica anterior, la de no alcanzar acuerdo alguno con el PSOE.
El estudio científico sobre la luz revela que la oscuridad, también la del invierno político, disminuye el estado de ánimo de los ciudadanos. Está claro que el atentado de Barajas ha hecho trizas la tregua de ETA, pero parece ser que también todas las otras treguas. Incluso la tregua política que se vislumbró durante unos meses en Andalucía. Habrá que recordarles a algunos dirigentes que los ciudadanos están necesitados de amaneceres. Aunque sólo sean amaneceres simulados.
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