"Lo que me mueve no son las copas, sino la pasión por escalar"
De encargado del polideportivo de Eibar a campeón del mundo de escalada deportiva o de dificultad. Patxi Usobiaga (Eibar, 1980) culminó sus sueños el pasado 19 de noviembre en la localidad eslovena de Kranj, al adjudicarse la Copa del Mundo gracias a su técnica y regularidad.
Pregunta. ¿Completó sus aspiraciones lograr el título?
Respuesta. Sí. Era un sueño que desde que era bien pequeño había tenido en mente y al que me he dedicado de modo completo durante los últimos cuatro años. Fue el premio que compensaba tanto sacrificio y entrenamiento.
P. Hasta hace tres años era el encargado del polideportivo de Eibar. ¿Cómo se construye un campeón mundial?
R. Es cuestión de cabezonería y de trabajar muy duro. Si lo haces bien y te programas con cabeza, puedes llegar hasta donde quieras. Tal vez no todo el mundo pueda marcarse los mismos retos, pero con esfuerzo y trabajo los sueños se cumplen. A mí así me ha ocurrido.
"Mi dedicación en este deporte es pleno. Entreno de cuatro a ocho horas diarias, bien en mi casa o en rocódromos de calidad" "Creo que el truco de los montañeros vascos es que somos muy cabezones y luchamos hasta el fondo por conseguir nuestras metas"
P. ¿Justifica un triunfo como el suyo tantos días de madrugones para viajar a paredes de escalada y tantas horas sacrificadas al entrenamiento?
R. Lo que hago es porque me gusta y me llena, y todo el sacrificio que envuelve a la escalada deportiva merece la pena, por el mero hecho de escalar. El poder dedicarme a esta actividad de modo completo ya es para mí un triunfo. Habrá un día en que ya no pueda competir o no consiga ninguna copa, pero seguiré disfrutando de la escalada.
P. ¿Cuanto tiempo dedica a prepararse?
R. Mi dedicación es plena. Entreno de cuatro a ocho horas diarias, bien en el tablón de mi casa o viajando a rocódromos de calidad por todo Europa. Es una actividad que conlleva un sacrificio bastante grande, no sólo físico, sino también económico. Y todo por intentar optar a una Copa del Mundo. Al final, en mi caso, se plasmó en la victoria, pero podía haber quedado segundo, tercero o cuarto, que también son unos puestazos.
P. ¿Cuándo decidió que su vida era la escalada?
R. Desde que tenía 14 años. Mi cabeza es muy competitiva. Las competiciones me gustaban desde pequeño, me hacían sentir responsable. Me marcaba unos objetivos y luchaba por conseguirlos. Madurando esta actitud, me planteé dar el salto a lo más alto. Pero tal vez sin la ayuda del Gobierno vasco, el equipo del CGT y el patrocinio de la Fundación Kirolgi y la Diputación de Guipúzcoa no hubiera sido posible realizarlo.
P. Son los problemas de los deportes minoritarios
R. Sí. Exige mucha entrega. A veces pierdes en esas gestiones días que podrías dedicar a escalar en roca y muchos momentos para dedicar a la familia o los amigos. Pero, en el fondo, todo es escalada. Y las victorias ayudan a mantener los compromisos, porque desde el primer año hubo frutos. Primero conseguí el subcampeonato del mundo, que repetí el año pasado. También gané los Wold Games y en noviembre esta copa. Han sido cuatro años muy buenos.
P. ¿Qué faceta le gusta más de la escalada?
R. La roca es lo que más me apasiona y me llena. Necesito tocarla. Regresando de la prueba de Eslovenia, paré en Francia porque no podía más y escalé durante tres horas bajo la lluvia.
P. ¿Espera que su triunfo ayude a que se conozca mejor la escalada deportiva?
R. Ya existe una afición bien fuerte. Quizá a lo que ayude es a que se conozca más la escalada de competición, la de alto nivel. Ojalá ayude a convertirla en un deporte oficial, que es lo que esperamos todos los aficionados.
P. ¿Cómo explica que el País Vasco genere tantos montañeros de elite cuando sus montañas tan sencillas?
R. Quizá es que somos un poco cabezones para todo. Nos gusta luchar. Todos los que estamos ahí no hemos llegado porque sí, sino después de mucho esfuerzo; tanto Josune Bereziartu como Iker Pou, Juanito [Oyarzabal], Edurne Pasaban... Somos muy cabezones y luchamos hasta el fondo por conseguir nuestras metas. Creo que ése es nuestro truco. Y creo que, en cabezón, soy también campeón del mundo.
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