Aptitud para conducir

Si convenimos que el automóvil puede ser una máquina que mata, y no siempre por los fallos de la máquina, que son los menos, sino por la impericia, imprudencia e impedimento físico o psicológico de la persona que conduce, parece lógico exigir a los conductores mayor número de requisitos y más adecuados.

Me refiero a las pruebas de aptitud física y psicológica que se deberían exigir a cualquier conductor; no solamente en el momento de obtener el permiso, sino periódicamente durante toda la vida del conductor. Conducir un vehículo a motor con garantías necesita de condiciones físicas y psicológicas óptimas, o cuando menos, aceptables o mínimas. Y esto debería determinarlo un equipo multidisciplinar de expertos, y, cuando el conductor no reuniera dichas condiciones, retirarle o no conceder dicho permiso; y no como en la actualidad, que sólo es puro trámite administrativo. Por otra parte, resulta demasiado fácil obtener autorización para conducir un vehículo y no se está inculcando a los conductores el verdadero riesgo y responsabilidad que supone el acto de conducir.

En 2006 murieron en la carretera 3.016 personas. No podemos bajar la guardia. Debemos llevar a la práctica cuantas iniciativas sean necesarias para reducir esta tragedia diaria que representan los accidentes de tráfico.