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Columna
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Presupuestos de 2007 e I+D+i

Los cambios radicales no son posibles en la esfera de la presupuestación pública, porque existen muchas partidas de gasto que están sujetas a una marcada dinámica inercial. Pensemos, por ejemplo, en los intereses de la deuda, los salarios de los funcionarios o las transferencias a municipios y universidades. Por eso, los cambios en el corto plazo debemos buscarlos, más bien, en las diferencias en las tasas de crecimiento a las que varían los distintos componentes del presupuesto. En otras palabras, qué crece más y qué crece menos que la media.

Además, no hay que olvidar que es posible examinar los presupuestos a diferentes escalas y niveles de precisión. Por ejemplo, podemos contentarnos con examinar la evolución del capítulo global de sueldos y salarios; o podemos analizar cómo evoluciona este capítulo en las diferentes consellerías y organismos. Es evidente que la misma cantidad de dinero se puede gastar contratando peones camineros o científicos, gaiteiros o médicos. No obstante, si nos detenemos en el análisis de los grandes agregados, no seremos capaces de detectar esos matices tan relevantes.

Y, sobre todo, no hay que olvidar que gastar más en un área no es garantía de que las cosas vayan a funcionar mejor; es fundamental tener un plan de gasto adecuado, una política pública bien definida.

En este sentido, hay dos asuntos cruciales en los que se avanza positivamente. La política de suelo empresarial y la política de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i). En el primer caso, no sólo aumentan los recursos, sino que por fin se asume la necesidad de mejorar la dotación de suelo industrial donde es más necesario: en las áreas urbanas más dinámicas. Destinar más recursos a la política de suelo empresarial es importante. Hacerlo en los municipios donde lo demandan las empresas lo es aun más.

En cuanto a la política de I+D+i, hay que celebrar el giro presupuestario y la presentación del nuevo plan gallego 2006-2010. Es justo reconocer que el ex conselleiro Yuste hizo grandes esfuerzos para mejorar la situación de Galicia. Desafortunadamente, no contó con muchos apoyos en el anterior Gobierno. La situación ahora es muy diferente, con un ejecutivo volcado en ello y un responsable directo, Salustiano Mato, con las ideas muy claras.

En el otro lado de la balanza, se echan de menos cambios más sustanciales en asuntos como la política tributaria, la reorganización de entes y sociedades públicas y la política empresarial. Las críticas que antaño hacían BNG y PSdeG a las decisiones fiscales del PP parece que deberían traducirse en cambios respecto a lo heredado. Las posibilidades no son infinitas, pero existen. Lo mismo puede decirse de la Administración paralela. En descargo de la Xunta hay que reconocer que sus responsables se han comprometido a introducir esos cambios a lo largo del 2007, en disposiciones normativas específicas. Esta estrategia tiene sus ventajas, no siendo la menor el hecho de que da más visibilidad a las decisiones públicas. Porque es cierto que convertir la ley presupuestaria en un totum revolutum de medidas no es lo mejor en términos de transparencia. En el mismo sentido, debe saludarse la eliminación por el nuevo Gobierno de la Ley de Acompañamiento a los Presupuestos.

En todo caso, queda pendiente el fortalecimiento de la política empresarial. La política de I+D+i es un pilar relevante. Pero faltan otros muy importantes y que deben funcionar de forma coordinada. La formación continua es uno de ellas, la potenciación de los clústers sectoriales es otro. El Instituto Galego de Promoción Económica (IGAPE) debería reforzar sustancialmente sus actuaciones, con la misma orientación que el plan gallego de I+D+i: focalizar intervenciones, priorizar sectores, estrechar los lazos entre universidades y empresas, incentivar la excelencia y controlar los resultados. La agenda de tareas pendientes no es pequeña. Por eso hay que aprovechar esta etapa de vacas gordas que estamos viviendo en España, en general, y en Galicia, en particular.

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