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Tribuna:COYUNTURA NACIONAL
Tribuna
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Balance de 2006

El año 2006 llega a su fin, y aunque éstos no sean días muy dados a la reflexión, sino al barullo y a la fiesta, creo que podemos dedicar unos breves minutos a repasar lo que ha dado de sí el año desde el punto de vista económico. Desde luego esta reflexión no nos va a aguar las fiestas, pues el balance ha sido positivo un año más (y ya van 13 desde que en 1994 la economía española salió de la profunda recesión de 1992-1993 e inició una de las etapas históricas más duraderas de crecimiento continuado). Para los que tengan invertidos sus ahorros en la Bolsa, el año ha sido redondo.

Podemos cifrar el crecimiento real del PIB entre un 3,7% y un 3,8%, lo que supondría mejorar en medio punto porcentual las previsiones que hicimos en el otoño de 2005 y en un par de décimas la tasa del año anterior (gráfico izquierdo). Es una buena cifra, que supera en algo más de un punto porcentual la de la UEM, pero que no permite lanzar las campanas al vuelo, pues en un contexto fuertemente expansivo de la economía mundial, podríamos incluso haber superado nosotros el 4%. Y es que la economía española lleva encima un lastre que le impide aprovechar al máximo las posibilidades de esa expansión internacional: la pérdida de competitividad. Los costes de producción crecen más que en el resto del mundo y ello no se compensa con un avance superior de la productividad. Por ello, un año más nuestras exportaciones, aunque se hayan recuperado del profundo bache de 2005, habrán perdido cuota de mercado: crecerán en torno al 6% frente al 9% que lo hace el comercio internacional. La aportación del sector exterior al crecimiento del PIB habrá sido bastante negativa, aunque ciertamente menos que en los dos años anteriores.

La consecuencia del mal comportamiento del sector exterior es el aumento del déficit corriente frente al resto del mundo. Aunque dicho aumento se desacelera, este año llegará al 8,5% del PIB, cifra que no asusta al estar integrados en la UEM, pero que implica un aumento del endeudamiento de las familias y empresas muy fuerte. El de las primeras alcanzará ya el 120% de su renta bruta disponible, un nivel cercano al de sus homólogas norteamericanas. Desde luego, su balance sigue estando muy saneado, pues sus activos superan con mucho esa deuda bruta, pero la misma les hace muy sensibles a las subidas de los tipos de interés.

El crecimiento del PIB ha seguido siendo intensivo en empleo, el cual ha aumentado en torno al 3,1% (550.000 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo). Ello ha permitido reducir la tasa de paro hasta el 8,5% de la población activa (gráfico derecho). Pero el avance de la productividad sigue siendo escaso y eso explica que cuando el crecimiento del PIB lo relacionamos con el de la población las diferencias con la UEM, con la que pretendemos converger en términos de renta per cápita, casi desaparecen. Seguimos, por tanto, en las mismas: cada vez trabajamos más, pero cada vez somos relativamente menos productivos que el resto del mundo.

El reparto de la renta entre los factores productivos ha seguido el mismo patrón de los últimos años, aunque atenuado: el PIB nominal a coste de los factores ha aumentado en torno al 7%, pero las remuneraciones de los asalariados lo han hecho medio punto por debajo y el excedente, medio punto por arriba. Al menos, los asalariados podemos consolarnos con las mayores oportunidades de empleo. Felices fiestas a todos.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

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