Y el ladrillo se hizo eléctrico
Constructores e inmobiliarios protagonizan las grandes operaciones de desembarco en el sector de la energía
Cuando al humorista estadounidense Will Rogers le preguntaron en los años treinta dónde invertir, contestó: "Compre tierras; no están fabricando más". La escasez de oferta y la fuerte demanda en el negocio inmobiliario y constructor en España han generado una marea de riqueza que ha desbordado los límites de su propio sector. La tarde en la que Florentino Pérez ganó para ACS en el último minuto la puja con la que Emilio Botín vendió el paquete de control de Unión Fenosa, nadie imaginó que estaba marcando el camino del ladrillo al kilovatio por el que pronto discurrirían también sus rivales. Al cierre de 2006, la propia ACS es el primer accionista de Iberdrola, mientras que la familia Entrecanales ha desembarcado en Endesa, y Luis del Rivero y Juan Abelló son flamantes consejeros de Repsol en representación del nuevo accionista de referencia de la petrolera, Sacyr Vallehermoso.
Metrovacesa triplica su valor; Inmocaral sube el 400%; Astroc, el 500%... Es una vorágine imparable
Cuando Entrecanales llegó a la presidencia de Acciona, su problema era qué hacer con tanto dinero
En el boom constructor e inmobiliario de la última década que ha llenado los bolsillos de los empresarios del sector, los que más han ganado han sido los más osados. Pedir dinero prestado para invertir ha sido el negocio más rentable y se ha perdido el miedo a endeudarse hasta las cejas. Ya no es sólo que los peces pequeños se coman a los grandes (ACS a Dragados, Sacyr a Vallehermoso, Bami a Metrovacesa, Inmocaral a Colonial...), sino que ahora esos peces gordos quieren carne.
Para José Manuel Entrecanales, presidente de Acciona, estar endeudado es una sensación nueva. Su principal problema cuando accedió a la presidencia de la empresa era qué hacer con tanto dinero. Gracias a la venta de Airtel a Vodafone, los beneficios de 2003 superaron a los obtenidos por Entrecanales (y luego Acciona) en toda su historia como constructora desde que se fundó el 11 de marzo de 1931. Una sola operación dio más frutos que décadas de negocio tradicional, pero los inversores desconfiaban del destino que le darían los gestores a ese dinero, tras algunos fiascos como la entrada en Avánzit o en la polaca Elektrim. Acciona corrigió pronto el rumbo y centró sus inversiones en el sector eólico y en la toma de una participación en FCC, la constructora controlada por Esther Koplowitz, antes de poner su punto de mira en presas mayores.
Entrecanales dio la campanada a comienzos del otoño con la compra de un 10% de Endesa (ya tiene el 20% y su objetivo es el 30%). Suponía un torpedo de Acciona en la línea de flotación de la oferta pública de adquisición (OPA) de la alemana E.ON.
A la puerta de Acciona ya habían llamado asesores de Endesa con el fin de que adoptase una posición de bloqueo, pero dirigida a frenar la OPA de Gas Natural. Ahora, esa estrategia se ha vuelto en contra de la oferta que Rafael Miranda, consejero delegado de la eléctrica, ayudó a diseñar a Wulf Bernotat, presidente de E.ON en sus múltiples reuniones. A la espera del desenlace final, Manuel Pizarro ha conseguido el principal objetivo de su resistencia a la OPA: crear valor para sus accionistas. De hecho, ha creado más combatiendo la oferta de Gas Natural que gestionando la empresa.
Al día siguiente de la entrada de Acciona en Endesa, fue ACS la que irrumpió en el capital de Iberdrola. Para todo el mundo pareció evidente que el objetivo último de Florentino Pérez era fusionar Iberdrola y Unión Fenosa, pero no parece que al presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, le entusiasme la idea. En una operación planeada a espaldas de Pérez, Galán pactó la compra de Scottish Power, con lo que diluye el peso de ACS en su capital y permite que las autoridades comunitarias tomen cartas ante una eventual fusión española. Poco después, Unión Fenosa envió una brújula a los periodistas junto con su plan estratégico. En la caja, un aviso a navegantes: "Soplen los vientos que soplen, Unión Fenosa sigue su propio rumbo". Y tanto en Iberdrola como en Scottish soplan los vientos de la energía eólica.
No hay dos sin tres
Pero como no hay dos sin tres, la jugada se repitió poco después con el desembarco de Sacyr Vallehermoso en Repsol. Sacyr ya había amagado con entrar en el BBVA, pero Francisco González les cerró todas las puertas. Repsol aparecía como una pieza más fácil de cobrar. Con el propósito inicial de reforzar el núcleo español que encabeza La Caixa y la intención última de asumir el mando, la constructora presidida por Luis del Rivero ha tomado ya un 20% de la petrolera. Y Del Rivero es de los que no se asustan por las deudas. Ha comprado todo lo que se le ha puesto a tiro (ENA, Sufi, Eiffage, Europistas, Repsol...) sin importarle cuánto ni a quién había que pedir prestado.
Pero además del desembarco en el sector de la energía, los constructores e inmobiliarias han seguido su propia dinámica de crecimiento hasta ahora imparable. La disputa de Rivero y Sanahuja por Metrovacesa ha llevado a más de 130 euros a unas acciones que arrancaron el ejercicio a 50. Luis Portillo, que se fue de Metrovacesa antes de la batalla, ha logrado que Inmocaral se revalorice casi un 400% en el año; ha comprado Colonial y ha puesto un pie en FCC; y todavía hay otra inmobiliaria, Astroc, controlada por Enrique Bañuelos, que ha subido más: casi un 500% en medio año.
La vorágine es imparable. Fernando Martín compra Fadesa a Manuel Jove; Reyal adquiere Urbis a Banesto, y la familia Del Pino invierte parte de la fortuna generada en Ferrovial en comprar casi de un plumazo el 5% de cinco empresas cotizadas.
Hasta Amancio Ortega, la primera fortuna de España con unos 17.000 millones, ha puesto su punto de mira en el sector inmobiliario. Algo tendrá. Quizá, que ya no se fabrican más tierras.
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